BRUJULA CIUDADANA Ciudadanía activa y enérgica | Page 26

Brújula Ciudadana 106 24 plurinominales). En la medida en que la defi- nición de los temas por consultar no satisfizo los requisitos de ley, la Suprema Corte no dio su aval para que dichas consultas se realizaran. Ciertamente, se puede argüir que los requisi- tos establecidos por la ley para la celebración de consultas populares con carácter vinculan- te son excesivamente restringidos. Pero esta constatación, que eventualmente podría dar lugar a una revisión de las reglas, no equiva- le a legitimar la realización de ejercicios de consulta al margen de las reglas establecidas en la ley: quién convoca, la constitucionalidad del tema por consultar, el papel del INE en la organización y en el conteo del resultado y la utilización de los tiempos del Estado para difundir en igualdad de circunstancias los argumentos a favor o en contra del tema consultado, entre los más importantes. Las consultas populares deben, ante todo, entenderse como un derecho de la ciudadanía y no como una herramienta al servicio del poder. En ausencia de reglas claras y garan- tes de la trascendencia del tema a consultar, las consultas pueden devenir en lo contra- rio a una vía de empoderamiento, es decir, convertirse en un recurso a modo de los gobernantes para legitimar decisiones previa- mente tomadas. Como lo ilustra con claridad el caso del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, una consulta a modo, realizada al margen de los requisitos definidos por la ley, sirvió de “argumento” para justificar una decisión previamente adoptada y que dista de satisfacer los más elementales criterios de viabilidad técnica y financiera. La consulta popular puede ser un muy eficaz mecanismo de empoderamiento ciudadano y de fortalecimiento del orden democrático. Pero puede también ser desvirtuada por un poder político que apelando a la voluntad popular ve en las consultas una vía para tomar decisiones al margen de cualquier criterio de viabilidad o, incluso, por encima, de las res- tricciones legales e institucionales existentes. Es del interés de la sociedad civil organizada promover el empoderamiento ciudadano y, por tanto, las distintas modalidades de democracia participativa. Pero precisamente por ello es también de su interés evitar que este meca- nismo se convierta en herramienta al servicio de un poder político que no admite límites ni contrapesos. A la luz de esta consideración, la capacidad de propuesta ya exhibida en relación con otros temas de la agenda pública de- berá convertirse en un insumo indispensable para hacer los mecanismos de la democracia participativa un sólido pilar del régimen democrático.