BRUJULA CIUDADANA Ciudadanía activa y enérgica | Page 24
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Pero, en paralelo, es preciso reconocer que
el cambio democrático no ha sido, por sí
solo, suficiente para satisfacer las más sen-
tidas demandas de la sociedad. Sin entrar a
analizar las causas, lo cierto es que el régimen
democrático no ha acreditado su capacidad
de gobierno, es decir, su capacidad para dar
respuesta a las necesidades de la sociedad;
tampoco ha sabido deslindarse de la inefi-
ciencia y la corrupción que en gran medida
caracterizaron el ejercicio del poder durante
el régimen autoritario.
Más que la falta de
resultados positivos
en renglones como el
crecimiento de la economía y
del empleo, los factores clave
de la pérdida de credibilidad
de la política convencional
y sus instituciones han sido
la espiral de violencia que
azota al país y la corrupción
rampante exhibida por una
clase política cada vez más
lejana de los intereses y las
preocupaciones ciudadanas.
En tal virtud, es constatable una suerte de
desencanto ciudadano con la democracia,
con sus prácticas, sus instituciones y, sobre
todo, sus resultados. Una amplia variedad de
estudios demoscópicos así lo ilustra. Ya sea
que se indague el grado de satisfacción ciuda-
dana con la forma en que funciona el régimen
democrático o el grado de confianza en las
instituciones, lo cierto es que, independien-
temente de las diferencias en sus resultados,
los distintos estudios son coincidentes en el
sentido de un creciente escepticismo ciuda-
dano respecto a los valores y las prácticas
democráticas.
Hay una clara crisis de la democracia re-
presentativa en la medida en que la toma
de decisiones parece cada vez más lejana
del interés ciudadano. Los representantes
actúan en función de intereses personales o
partidarios. Cuando el entramado legal e ins-
titucional que da sustento a la conformación
de la representación política no permite una
participación ciudadana más activa y significa-
tiva en las cuestiones públicas, las decisiones
gubernamentales que afectan a la ciudadanía
son ejecutadas unilateralmente por el apa-
rato de la administración pública. De cara
este escenario, resulta crucial recuperar la
credibilidad en las instituciones democráticas.
Para tal efecto, la democracia representativa
necesita revitalizarse mediante la adopción
de distintos mecanismos propios de la demo-