ALBAH SON SOID
Durante la función preparaban redes, pero el murciélago lograba
esquivarlas. A la noche, entonces, el público que aún iba a ese cine
volvía a salir corriendo asustado, se quejaba al boletero y exigía que
le devolvieran el dinero de la entrada.
-¡Esto es una desgracia! ¡ La gente ya no vendrá más a mi cine!- gritaba desesperado el dueño.
Hasta que una tarde el acomodador tuvo una idea. Puso en la vereda un cartel en el que estaba escrito:
Hoy Batman
Con el nuevo sistema japonés
de Efectos Especiales
Al ver el cartel, el dueño del cine se agarró la cabeza y dijo: “Creo
que nos estamos volviendo locos.”
Sin embargo, el anuncio hizo que se formara una larga cola de chicos que querían ver de qué se trataba...
La función de aquella tarde fue un éxito. Al ver a Toto pasando sobre sus cabezas, los chicos decían: “Increíble, parece un murciélago
de verdad”.
En los días siguientes la sala empezó a tener más público y todos
hablaban del nuevo sistema. Contento con el giro que habían tomado las cosas, el dueño dejó de limpiar las enormes telas de araña
que se formaban entre el telón y la pantalla. Permitió que se reprodujeran los ratones y las cucarachas. Y como cada vez venía más
público, consiguió un lagarto vivo, una víbora embalsamada y hasta
un mono que subía y bajaba agarrándose del telón. Entusiasmado
porque ya no lo perseguían, días después Toto invitó a cinco primos
murciélagos. ¡Maravilloso! Los chicos gritaban: ¡”Qué buenos efectos especiales!”.
Y el dueño de la sala murmuraba: “Si supieran...”.
Ricardo Mariño, Ed. Alfaguara, 2005
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