book Percy Jackson y La Maldicion del Titan | Page 58
Entonces oí un poderoso batir de alas. Blackjack se posó a mi lado y empezó, como quien no quiere la
cosa, a mordisquear unos tallos de hierba que asomaban entre el hielo.
«Si tuviera que apostar, jefe, diría que necesita un caballo para darse a la fuga. ¿Qué dice? ¿Le
interesa?»
Se me hizo un nudo en la garganta de pura gratitud. Aun así logré responder:
—Sí. Volando.