book Percy Jackson y La Maldicion del Titan | Page 141

—Gracias —le dije—. A decir verdad, no soy muy bueno con el arco. —¡Tonterías! ¡Imagínate hacer prácticas de tiro desde el carro mientras sobrevuelas todo el país! ¡No hay nada más divertido! Yo me excusé y me deslicé entre la multitud que bailaba en los patios del palacio. Buscaba a Annabeth. La última vez que la había visto estaba bailando con un diosecillo menor. Entonces oí una voz a mis espaldas. —Confío en que no me falles. Me volví y vi a Poseidón sonriendo. —Padre… Hola. —Hola, Percy. Has estado muy bien. Aquel elogio me hizo sentir incómodo. Era agradable, claro, pero él se había arriesgado mucho al proclamar que respondía de mí. Le habría resultado mucho más fácil dejar que los demás me desintegraran. —No os fallaré —le prometí. El asintió. No me resultaba fácil detectar las emociones de los dioses, pero me pregunté si albergaba ciertas dudas. —Tu amigo Luke… —No es mi amigo —lo interrumpí groseramente—. Perdón. —Tu antiguo amigo Luke —corrigió— hizo promesas parecidas en su momento. Era el orgullo y la alegría de Hermes. Que no se te olvide, Percy. Incluso los más valientes pueden caer. —Él sufrió una tremenda caída —asentí—. Ha muerto. Poseidón meneó la cabeza. —No, Percy. No es así. Lo miré desconcertado. —¿Cómo? —Creo que Annabeth ya te lo ha dicho. Luke sigue vivo. Lo he visto. Su barco está zarpando ahora mismo de San Francisco con los restos de Cronos. Se batirá en retirada y reagrupará sus fuerzas antes de volver a la carga contra ti. Yo haré todo lo posible para destruir su barco con tormentas, pero él ha establecido una alianza con mis enemigos, los antiguos espíritus del océano. Y ellos lucharán para protegerlo. —Pero ¿cómo es posible que siga vivo? ¡Esa caída tendría que haberlo matado! Poseidón parecía preocupado. —No lo sé, Percy, pero cuídate de él. Ahora es más peligroso que nunca. El ataúd de oro sigue en sus manos, y cada vez cobra más vigor. —¿Y Atlas? ¿Qué va a impedirle escapar de nuevo? ¿No podría obligar a algún gigante a cargar con el peso del cielo? Mi padre resopló burlón. —Si fuese tan fácil, ya habría escapado hace mucho. No, hijo mío. La maldición del cielo sólo puede imponerse a un titán, a uno de los hijos de Gaya y Urano. Cualquier otro debe aceptar la carga por su libre voluntad. Y sólo un héroe, alguien con la fuerza suficiente, un corazón sincero y un gran valor, haría algo parecido. Ningún miembro del ejército de Cronos se atrevería a cargar con ese peso, ni siquiera so pena de muerte. —Luke lo hizo —dije—. Liberó a Atlas, engañó a Annabeth para que lo salvase y luego la utilizó para que Artemisa tomara sobre sí el peso del cielo. —Ya. Luke es… un caso interesante. Me dio la impresión de que quería extenderse más, pero justo en ese momento Bessie empezó a mugir en el otro lado del patio. Algunos semidioses se habían puesto a jugar con su esfera de agua y la empujaban alegremente de un lado para otro por encima de las cabezas de la multitud.