book Percy Jackson y La Maldicion del Titan | Page 126
Capítulo 17
Me pongo encima unos millones de kilos de más
Lo más horrible era que yo les encontraba un aire de familia. Atlas tenía la misma expresión regia de
Zoë; la misma mirada fría y orgullosa que brillaba en los ojos de la cazadora cuando se enfurecía.
Aunque, en su caso, con un tono mil veces más malvado. Él encarnaba todas las cosas que me habían
disgustado de Zoë al principio y, en cambio, no poseía ninguna de las cualidades que había llegado a
apreciar en ella.
—Suelta a Artemisa —exigió Zoë.
Atlas se acercó a la diosa encadenada.
—¿Acaso te gustaría tomar el peso del cielo de sus hombros…? Adelante.
Zoë abrió la boca para decir algo, pero Artemisa gritó:
—¡No! ¡No se te ocurra ofrecerte, Zoë! ¡Te lo prohíbo!
Atlas sonrió con sorna. Se arrodilló junto a Artemisa y trató de tocarle la cara, pero ella le lanzó un
mordisco y a punto estuvo de arrancarle los dedos.
—Aja —rió Atlas—. ¿Lo ves, hija? A la señora Artemisa le gusta su nuevo trabajo. Creo que cuando
Cronos vuelva a gobernar pondré a todos los olímpicos a sostener por turnos mi carga. Aquí, en el
centro de nuestro palacio. Así aprenderán un poco de humildad esa pandilla de enclenques.
Miré a Annabeth. Ella intentaba decirme algo, desesperada. Me señalaba a Luke con la cabeza, pero yo
no podía hacer otra cosa que mirarla fijamente. No me di cuenta hasta ese momento, pero algo había
cambiado en ella: su pelo rubio estaba veteado de gris.
—Es por sostener el cielo —murmuró Thalia, como si me hubiese leído el pensamiento—. El peso
debería haberla matado.
—No lo entiendo —dije—. ¿Por qué Artemisa no puede soltarlo, sencillamente?
Atlas se echó a reír.
—¡Qué pocas entendederas, jovenzuelo! Este es el punto donde el cielo y la tierra se encontraron por
vez primera, donde Urano y Gaya dieron a luz a sus poderosos hijos, los titanes. El cielo aún anhela
abrazar la tierra. Alguien ha de mantenerlo a raya; de no ser así, se desmoronaría y aplastaría en el acto
la montaña y todo lo que hay en cien leguas a la redonda. Una vez que has tomado sobre ti esa carga,
ya no hay escapatoria. —Atlas sonrió—. A menos que alguien la tome de tus hombros y ocupe tu lugar.
Se acercó y nos examinó a Thalia y a mí.
—O sea que éstos son los mejores héroes de esta era… No parece que &W&W6V?FV?V?w&?FW6l:????( D6??&FR6????6?G&?2( F??&WL:?( B???fW&V??2??( L+???FR??V?6\;F??F??2F??6W3?V?????'F????V6?6??V?6???R??'F??VVF,:?? ?FV&??FR?VW7G&F?v??FB?FV?,:?VR6V?V?RV?V?FR?7FR??( D?6V?VRL;?F?&?:??W&W2V?6?&&FR( F?RF??R??7W2???2&V?V6?W&??FR?F????6?V?F?V?W6gVW'???6V?G,;27RFV?6?;6?V?F????( DV?7V?F?F?????FR?WW2?&V6RVR?V?R6RWV?f?<;26??F?v???( D???RWV?f?\:?( F6W'L;2FV6?"?V?R?6R??f\:?FW'&?&?V?V?FRL:?&???&??V?6?&6F?'&?6??F?f?7V?FB?6???6??R&W7V?F&F???&?6??6??????V&?W6R?F?F?F?F???R?',:???7?&F??6??6?;6?( B?F???;??W7L:2F?V??FRV??'FR??6?G&?2?????FW&?f?F???V?7VF?,:F???*?&?v?L;2V??????VW7G&??F?7W&v?;2V?W7F?VR??V??FRwV?&?&FVF?FR?:&????Vw&??V?V??VR?,:?W76??7Vf?6?V?FR&V?FW&?f?F????R??v??&W&fV7F?V?FR&W76?R??:?FV?G&??FP??V6???7V?F??:2??V?6&??:2?R&V<:?W7F"W67V6??F?7W2?Vv?F?2??