Boletín ZOOM iN Enero 2013 | Page 34

DE AVENTURA NOTICIAS de exposición. Había que estar 100% seguro, pues una vez que la puerta se abrió no podría hacer cambios. Estaba seguro que tenía la exposición correcta. Había ajustado la potencia de mi flash al diafragma y usaba la máxima velocidad de obturador para llevar el fondo a lo más obscuro posible. La dirección de mi flashes estaba pensada al centro de la jaula, pero de alguna manera estaba protegido porque no era un espacio muy grande. Los primeros 10 minutos fueron emocionantes. Imaginar cómo sería el momento, incluso como quedarían las fotos, pero no puedo decir lo mismo de los siguiente 30 ó 40 minutos. Estar en esa posición, bajo un rayo de sol intenso, era todo menos cómodo. Aclarando que, desde mi posición no podía ver lo que ella hacía en la jaula de al lado. La espera pareció eterna y mi cuello estaba a punto del calambre. Estaba a punto de renunciar a este plan cuando de pronto escuche ruido en la jaula de Tibetana. No estaba seguro de qué pasaba, pero podía escuchar movimiento. A unos 50 metros, Virgilio me hacía señas alentadoras. Tibetana se acercaba. En ese momento pasó por mi mente la posibilidad de que la enorme tigresa entrara a la jaula tapizada con tela negra y de un salto llegara hasta mí para advertirme que yo había entrado a su territorio. En alguna ocasión trabajé dos semanas en un circo para fotografiar un documental sobre los artistas circenses. En una de las funciones que decidí meter mi lente entre las rejas, el tigre macho -y estrella del show- se lanzó con velocidad increíble hacia donde yo estaba, para dejar en claro que él era el rey. Cada vez que me acerqué a la jaula él se aseguró de intimidarme para aclarar su punto. Si bien era cierto que yo estaba afuera de las rejas y que Tibetana es hembra y no un macho dominante, también era cierto que parte de mi cámara y mis dedos estarían sin protección de los barrotes. En realidad sabía que no corría peligro, pero tener una bestia