Boletín SUAyED SEPTIEMBRE | Page 7

En el ámbito de lo que se ha llamado Salud Mental [1], una de las principales funciones que puede desarrollar el psicólogo es la relativa al Diagnóstico y evaluación, la cual implica la descripción y evaluación de los parámetros con los que se presentan los procesos psicológicos, con el objetivo de delimitarlos y analizarlos, lo cual le permite al psicólogo tomar decisiones sobre los problemas a los que se enfrenta (Silva, 2007). Ahora bien evaluar y diagnosticar no se refiere a asignar una categoría de pertenencia a los individuos, sino que la evaluación nos debe de brindar criterios para la toma de decisiones con relación a la estructura, el funcionamiento o el desarrollo del objeto o aspecto evaluado (Briones, 2008), constituyendo un proceso sistemático que permite emitir un juicio o hacer una valoración de un objeto, situación o proceso del cual se obtuvo una medición previa; cabe puntualizar que evaluar no es sinónimo de medición aunque la evaluación pueda implicar el medir un rasgo o estado psicológico (López, 2013).

Sin embargo lo que ha predominado al hablar de diagnóstico psicológico ha sido un uso indiscriminado de las categorías que proponen los manuales de diagnóstico y clasificación (DSM o CIE), pero conviene tener presente lo que señala Braunstein (2008) “Una clasificación internacionalmente aceptada, reconocida y utilizada y enseñada no es por fuerza una buena clasificación. El consenso no dispensa de análisis. Y el análisis puede llevar al disenso” p.13. Esto toma un valor de considerable importancia si atendemos a lo que es señalado por varios autores, entre ellos Foucault (2007) y Braunstein (2008; 2013), al puntualizarse que no existe clasificación que no sea arbitraria y conjetural, a partir de lo cual podemos afirmar que construir un sistema clasificatorio que no puntualice sus fundamentos teóricos y la lógica inmersa en los mismos conllevará que sea incompleta o inconsistente.

A partir de lo anterior antes de usar cualquier sistema de clasificación o categoría diagnóstica es recomendable preguntarnos ¿Quién elaboró el sistema de clasificación? ¿Cuál es el objetivo de esa clasificación? ¿Desde qué enfoque se construye la clasificación? ¿Para qué será usada esa clasificación? ¿Quién hará uso de esa clasificación? ¿Es necesaria esa clasificación? ¿A quién conviene el uso de tal clasificación?

Finalmente a manera de conclusiones podemos afirmar que es importante recopilar la información pertinente y necesaria sobre aquello que estudiamos, en nuestra labor profesional conviene siempre tener claro el lugar desde el cual nos posicionamos como profesionistas (postura teórica que asumimos), dado que al dar un diagnóstico esté tendrá un efecto sobre el individuo que es diagnosticado y su entorno por lo cual no vamos por la vida clasificando a los individuos como “normales” o “anormales” o siendo “cazadores de síntomas”; por lo tanto toda categoría que usemos para nombrar un objeto de estudio, debe ser fundamentada y congruente epistemológicamente.

Sin embargo lo que ha predominado al hablar de diagnóstico psicológico ha sido un uso indiscriminado de las categorías que proponen los manuales de diagnóstico y clasificación (DSM o CIE), pero conviene tener presente lo que señala Braunstein (2008) “Una clasificación internacionalmente aceptada, reconocida y utilizada y enseñada no es por fuerza una buena clasificación. El consenso no dispensa de análisis. Y el análisis puede llevar al disenso” p.13. Esto toma un valor de considerable importancia si atendemos a lo que es señalado por varios autores, entre ellos Foucault (2007) y Braunstein (2008; 2013), al puntualizarse que no existe clasificación que no sea arbitraria y conjetural, a partir de lo cual podemos afirmar que construir un sistema clasificatorio que no puntualice sus fundamentos teóricos y la lógica inmersa en los mismos conllevará que sea incompleta o inconsistente.

A partir de lo anterior antes de usar cualquier sistema de clasificación o categoría diagnóstica es recomendable preguntarnos ¿Quién elaboró el sistema de clasificación? ¿Cuál es el objetivo de esa clasificación? ¿Desde qué enfoque se construye la clasificación? ¿Para qué será usada esa clasificación? ¿Quién hará uso de esa clasificación? ¿Es necesaria esa clasificación? ¿A quién conviene el uso de tal clasificación?

Finalmente a manera de conclusiones podemos afirmar que es importante recopilar la información pertinente y necesaria sobre aquello que estudiamos, en nuestra labor profesional conviene siempre tener claro el lugar desde el cual nos posicionamos como profesionistas (postura teórica que asumimos), dado que al dar un diagnóstico esté tendrá un efecto sobre el individuo que es diagnosticado y su entorno por lo cual no vamos por la vida clasificando a los individuos como “normales” o “anormales” o siendo “cazadores de síntomas”; por lo tanto toda categoría que usemos para nombrar un objeto de estudio, debe ser fundamentada y congruente epistemológicamente.

Referencias

Braunstein, N. (2008). Psiquiatría, teoría del sujeto, psicoanálisis (hacía Lacan). México, Siglo XXI.

Braunstein, N. (2013). Clasificar en Psiquiatría. México, Siglo XXI.

Briones, G. (2008). Evaluación de Programas Sociales. México, Trillas.

Foucault, M. (2007). Las palabras y las cosas. México, Siglo XXI.

López, M. (2013). Evaluación Educativa. México, Trillas.

Rodríguez, M.L. (2002). La inserción del Psicólogo en el campo aplicado. Psicología y Ciencia Social, Vol 5(1), 11-19.

Silva, A. (2007). La enseñanza, el ejercicio y la investigación en Psicología en un mundo plural y tolerante. México, Pax.

[1] Categoría sobre la que convendría reflexionar y replantear dado que hace poco más de un siglo los Psicólogos dejamos de estudiar la mente, siendo la Salud Mental un término más cercano a la Psiquiatría.

A partir de lo anterior antes de usar cualquier sistema de clasificación o categoría diagnóstica es recomendable preguntarnos ¿Quién elaboró el sistema de clasificación? ¿Cuál es el objetivo de esa clasificación? ¿Desde qué enfoque se construye la clasificación? ¿Para qué será usada esa clasificación? ¿Quién hará uso de esa clasificación? ¿Es necesaria esa clasificación? ¿A quién conviene el uso de tal clasificación?

Finalmente a manera de conclusiones podemos afirmar que es importante recopilar la información pertinente y necesaria sobre aquello que estudiamos, en nuestra labor profesional conviene siempre tener claro el lugar desde el cual nos posicionamos como profesionistas (postura teórica que asumimos), dado que al dar un diagnóstico esté tendrá un efecto sobre el individuo que es diagnosticado y su entorno por lo cual no vamos por la vida clasificando a los individuos como “normales” o “anormales” o siendo “cazadores de síntomas”; por lo tanto toda categoría que usemos para nombrar un objeto de estudio, debe ser fundamentada y congruente epistemológicamente.

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