Boletín SUAyED MAYO | Page 22

Comparada con otras ciencias, la psicología es relativamente joven, su origen oficial podemos ubicarlo en 1879 con la fundación del primer laboratorio de psicología experimental.

Desde entonces ha estado en constante crecimiento y evolución, sin embargo, sería importante reflexionar acerca de si nuestro actuar está siendo ético con respecto al abordaje en la diversidad de problemáticas a la que nos enfrentamos y respondiendo a las exigencias actuales.

Algo que ocurre con muchas teorías psicológicas con las que intentamos interpretar los fenómenos es que tienen una tendencia individualista y patologizadora, es decir, no toman en cuenta el contexto y las situaciones que propician que dicha conducta ocurra, o bien, dan explicaciones simplistas que normalizan ciertas conductas que no deberían ser normalizadas.

Quisiera exponer dos cuestiones con el fin de justificar la importancia que tiene el problematizar acerca esto y construir nuevas explicaciones que den respuesta de forma ética a las exigencias de la sociedad contemporánea.

El estrés se ha vuelto una condición sumamente común en nuestros días, siendo así que existe gran variedad de test psicológicos para evaluarlo, detectar su magnitud y emitir un diagnóstico basado en criterios del DSM, así mismo, existen técnicas que se enfocan en reducir los niveles de estrés y modificar las cogniciones que lo producen, e inclusive se han creado fármacos para tratarlo, y es justo ahí donde las teorías psicológicas han invisibilizado las situaciones que están ocurriendo a nivel social, poniendo el enfásis en que el estrés es una condición individual debido a que la persona no ha sabido manejar las exigencias del medio y adaptarse a este.

Sin embargo, si analizamos ese estrés en las condiciones actuales de vida, será posible

identificar que no hay ninguna deficiencia ni patología en esa persona, y que si bien las

ténicas de relajación son de utilidad, lo que menos se requiere es una etiqueta

diagnostica que vaya acompañada de una prescripción médica.

Siendo así, nuestro quehacer psicológico podría enfocarse a visibilizar las condiciones

precarias y explotadoras del entorno actual que favorecen la presencia de estrés, para

dejar de entenderlo desde una óptica individualista de deficiencia y patología, y verlo

como una expresión de los principios imperantes de nuestra época, por ejemplo, ideas

capitalistas de estar en constante competitividad con otras personas, en donde nos

conceptualizan como reemplazables y no indispensables, y un largo etcétera de

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Exigencias que la sociedad contemporánea mexicana

plantea a la Psicología

Aura Silva Aragón