Boletín KONECTA-T Edición Octubre Octubre | Page 9

La Reforma era necesaria porque recuperó el evangelio. La pregunta fundamental para la humanidad es, ¿qué debo hacer para ser salvo? Y la iglesia medieval titubeaba al responder. Aunque siempre debemos orar por una reforma pacífica, el evangelio debe ser retenido a todo costo. ¿Cuántos han entrado a la eternidad pensando que su posición delante de Dios estaba bien debido a ciertos ritos y obras? La Reforma recuperó la proclamación clara de que somos reconciliados con Dios solo a través de la fe en Cristo.

La Biblia fue traducida al vernáculo para que la gente tuviera acceso a la Escritura. Esto, a su vez, provocó un imperativo misionero, el cual fue testigo de muchos predicadores enviados a toda Europa, Norteamérica, India, y hasta Sudamérica. Nosotros hoy, a 500 años de la Reforma Protestante, continuamos recibiendo bendición de lo que Dios hizo allí.

Por estas razones y muchas otras, celebremos la Reforma Protestante. ¡Celebremos que el evangelio ha llegado hasta los confines de la Tierra!

Un ingeniero cristiano que hace su trabajo con excelencia es tan amado por Dios como John Piper. Ambos tienen una tarea por hacer en el reino de Dios. Los reformadores se esmeraron mucho en elevar las tareas cotidianas hechas para el Señor. “No solo son las personas dentro de la iglesia las que hacen la obra de Dios”, comenta Lutero sobre 1 Pedro 2:9. “Oh, no. Todos somos sacerdotes. Por tanto, todos hacemos la obra de Dios”.

Una de las historias más fascinantes durante la Reforma es la de Juan Calvino. Cuando Calvino fue exiliado de Ginebra por el concilio de la ciudad a causa de sus múltiples reformas, se fue a Estrasburgo, Francia, donde hacía lo que más le gustaba hacer: leer y escribir. Tres años le duró el gusto, porque Ginebra lo llamó de regreso. Al volver, en vez de reprender a los que lo exiliaron, comenzó a predicar en el verso en el que se había quedado tres años atrás. El mensaje era claro: Calvino no tenía ninguna agenda personal, sino predicar expositivamente la Escritura. ¡Gracias a Dios por hombres como Calvino que se dedicaron a predicar todo el consejo de Dios!

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