Boletín de Novedades Nº 13 | Page 17

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Es preciso que ese amor sea un “amor armado”, un amor luchador de quien se afirma en el derecho o en el deber de tener derecho de luchar, de denunciar, de anunciar.

También agrega como cualidad la valentía de luchar junto con la valentía de amar. La considera como superación del miedo. A medida que tengo más claridad sobre mis sueños, que son sustantivamente políticos y adjetivamente pedagógicos, en la medida en que reconozco que como educador soy un político, también entiendo mejor las razones por las cuales tengo miedo y percibo cuánto tenemos aún por andar para mejorar nuestra democracia. Al poner en práctica una educación que provoca de manera crítica la conciencia del educando, trabajamos contra algunos mitos que nos deforman. Al cuestionar esos mitos también enfrentamos al poder dominante, puesto que ellos son expresiones de ese poder, de su ideología.

Otra virtud es la tolerancia. Sin ella es imposible realizar un trabajo pedagógico serio. Sin ella es inviable una experiencia democrática, auténtica. Sin ella la práctica educativa progresista se desdice. La tolerancia es la virtud que nos enseña a convivir con lo que es diferente, a aprender con lo diferente, a respetar lo diferente.