Boletín de Negocios OCTUBRE 2009 | Page 10

DN El crecimiento económico El bicentenario de la vida independiente de México, y los cien años de la gesta revolucionaria, constituyen el punto de referencia obligado para reflexionar sobre la forma en que el país debe enfrentar los desafíos que hoy trastocan su estabilidad. Alcanzar un nivel de desarrollo superior obliga a que los liderazgos de la sociedad trabajen de manera coordinada en torno a proyectos que favorezcan el progreso integral de los habitantes del país. Fomentar el crecimiento económico constituye no únicamente una alternativa para solucionar los desequilibrios que atentan contra la cohesión nacional, sino que además atiende las necesidades y el bienestar de las personas. A la pregunta de por dónde comenzar la reactivación se debe responder: por la causa del problema, en otras palabras por el gobierno. Es tiempo de que el sector público se vuelva eficiente y eficaz en el manejo de los recursos económicos, que plantee estrategias alcanzables con un marcado objetivo social: reducción de la pobreza y de la inequidad en la distribución de la riqueza constituyen un buen inicio. El mecanismo para alcanzar lo anterior no es otro que la generación de empleo, con buenas remuneraciones y prestaciones sociales. Usar al fantasma de la inflación si se aumenta el salario es un argumento que debe llegar a su fin, para evitarlo es necesario incrementar la productividad de las empresas, con lo que al mismo tiempo se alcanzaría un mayor nivel de competitividad. La primera propuesta que debe aplicarse para lograr la consecución de lo anterior es la reducción de los impuestos sobre la renta y la nómina. La segunda es la generación de un único gravamen sobre el ingreso, desapareciendo él IETU. 9 Las disminuciones citadas deben aplicarse directamente a la inversión y al incremento del salario, ese debe ser el compromiso de las empresas. Evidentemente que en el sector público surgirán voces de protesta indicando que ello implicaría afectar a las finanzas públicas. Eso no ocurriría si al mismo tiempo el gasto de gobierno se reduce. Como ejemplo se tienen a los más de 300 mil millones de pesos que se gastan en prestaciones adicionales a funcionarios, contrataciones de terceros, bonos de productividad (de un gobierno improductivo), gasto de publicidad, intermediación financiera y comercial, entre otras cosas. Con una reducción de 20% de este gasto se puede iniciar un proceso de reactivación del mercado interno. La medida propuesta también involucra a los gobiernos estatales y municipales, quienes han ejercido su presupuesto sin el menor compromiso de transparencia y eficacia, y dado el estado económico y social que guarda la nación parece el momento de obligarlos a ello.