¿Por qué interesarnos
en nuestra Historia?
Por Luis Efraín Mosquera Rúales
H
ay un dicho
atribuido hace
más de 2400
años al pensador chino
Confucio, que dice: “Un
pueblo que no conoce su
historia está condenado
a repetirla”, frase que la
complemento con lo
señalado por el político alemán Helmut
Kohl, quien afirma: “Un pueblo que no
conoce su historia, no puede comprender el
presente ni construir el porvenir”.
Planteo esa inquietud en un país como el
nuestro, dónde el estudio de la Historia se
abandonó en los niveles primario y
secundario hace más de 25 años, cuando
nuestro Ministerio de la Educación sugirió
no seguir dictando esta asignatura,
cambiándola por un nuevo programa
integral que se denominó: Ciencias sociales.
A través de esta nueva asignatura, se
pretende que los estudiantes de estos
niveles, puedan conocer de manera general
sobre temas antropológicos, culturales,
económicos, históricos, geográficos,
sociales y políticos, quedando a opción del
docente que nos corresponda, definir cuál
sería la línea prioritaria en clase.
Un país con una de las inequidades más altas
del mundo y que no intente conocer su
historia es como una persona que no desea
saber nada de su pasado familiar, personal o
de su entorno cercano y que vive alejado de
la realidad. ¿Podría haber un velado interés
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Boletín No. 38 / Diciembre de 2017
de que olvidemos nuestro agrio, duro y
violento pasado reciente, y que sólo nos
interesemos por lo actual, lo del día a día?
Muy sabiamente un historiador colombiano,
el doctor en Historia de las migraciones,
Daniel Gutiérrez Ardila, señalaba que “…es
más difícil que le metan los dedos a la boca a
un elector o a un ciudadano si sabe de
historia porque esta forma un sentido
crítico…”. Lo anterior lo registro, porque es
muy común en un país y en una región tan
polarizada como la nuestra, el colocarnos al
lado de un bando cultural, religioso, social o
político sin conocerlo a profundidad. Lo
hacemos por lo general, porque nos gusta el
color de las insignias del grupo al que
estamos unidos, por nuestra historia familiar
o porque tal candidato o miembro de un
partido o equipo es afín a nuestros
sentimientos. Muy pocos l o hacen por las
ideas que plantean, por haber analizado sus
propuestas y por un proyecto que se desea
cumplir a más de que no hacemos
seguimiento a las ofertas de nuestros
políticos y dirigentes, las cuales de manera
reiterada son cambiadas sin ton ni son.
Pero la historia no sólo sirve para poder
conocer con seriedad nuestra condición,
también nos permite el conocer si desde
nuestro proceso independentista, hemos
construido país, si tenemos una directriz que
nos lleva a tener un destino definido y
solidario, si estamos integrados, si existe una
propuesta de mejoramiento social que nos
lleve hacia un futuro con alegría y bienestar.
Mi sugerencia, respetando las opiniones de
todos, es que deberíamos proponernos
conocer sobre nuestro pasado local,
regional, nacional y latinoamericano,
tomando como referentes documentos que
no sean novelados, elitistas o con marcado
acento político, religioso, étnico o social,
sino basados en fuentes serias, primarias,
reales, que nos permitan tomar una posición
muy clara sobre lo que somos, cómo
nacimos y nos formamos, cuáles son
nuestros problemas y dificultades, y cuál es
nuestro real significado como sociedad.
Tomo como ejemplo a no seguir, pero sí a
conocerla y evaluarla, la “Historia de
Colombia” escrita por los abogados y
académicos Jesús María Henao y Gerardo
Arrubla, y publicada en 1911, quienes nos
orientaron en nuestra educación sobre este
tema, desde principios del siglo XX hasta la
década de los ochenta, con un interés
moralizante, resaltando el patriotismo. Este
documento de historia estaba lleno de
fechas, datos, héroes y batallas, desconocía
nuestro pasado precolombino y expresaba
muy poco sobre ese maravilloso periodo de
la colonia, entre muchas cosas, y olvidaba
que tenemos una población multiétnica.
Debemos conocer una historia que no sea
solo la oficial, sino la real. Ello nos permitirá
avanzar como país y nación. Que no sea solo
la Selección Colombia el único icono que nos
une.
Asociación de Pensionados ASOPEN
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