Blablerías Nº 17 - Abril 2016 | Page 11

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Cuento

anejar a la madrugada, una delicia, manejar por las

c calles desiertas un martes a las 2:36 am. Sonrisa

iinagotable, nariz colorada, ir a comprar algo que ni se acuerda qué era. Rata en busca de su medicina, olfateando todo aquello que parezca cocaína; dulce azúcar impalpable de la muerte, macabra diabetes del alma. Cerrar los ojos y consumirse un poco, una línea recoge del mar un pez muerto.

En pleno éxtasis, un cuerpo, un atropello en plena madrugada; un rozar el cordón y a la mierda un cuerpo. Y baja, y lo mira, una mujer desnuda destrozada, una mujer desnuda atropellada por un cocainómano al que le gusta manejar a la madrugada, una mujer desnuda completamente desarmada. ¿Qué hacer? Ir a su casa, dejarla, volver, ir, el hospital, la morgue, la iglesia, la plaza, el supermercado. Pero ya la tiene arriba del auto, la tiene y cree que se subió sola, pero está destrozada y tiene el pecho duro. Debe haberla subido él mientras pensaba, y ahora no puede dejarla. ¿Y ahora?

Hospital, viaje de música impalpable de la lira que deja caer de su última línea el dulce jarabe de un pez rojo. No entiende, no entiende por qué creen que va por él, si lleva en sus brazos a ella que está destrozada y desnuda, hecha añicos y desnuda, y de golpe mucha luz y transpiración y olor a sangre, y un borrón.

Despertar, no saber por qué se está en un hospital, no saber por qué y de golpe acordarse de todo y llorar, gritar y golpearse la cabeza con los puños. Al llegar las enfermeras, preguntar por ella y que nadie sepa nada y seguir preguntando y describiéndola, describiéndola cada vez más, que traigan una caja y que allí esté ella, la modelo, el maniquí.

Del libro ""Árbol de zapallos y otros relatos", Editorial Ubi Sunt?, 2015

AZUCAR

IMPALPABLE

Ilustración: Tomás Serrano

M

de Melina Cavalo