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SEMILLA
por Mónica Debuchy
El médico se puso serio:
–Usted tiene que operarse. Hay que colocarle una prótesis.
Yo me volví ingenua:
–¿La obra social se va a hacer cargo de la prótesis?
El tordo cayó en un ataque de ira compulsiva. Se le levantaron los pocos pelos y me miró con ojos desorbitados.
–¿Cómo se le ocurre? ¿No sabe que esta obra social está en bancarrota?
Carraspeé:
–Tiene veinte mil afiliados. ¿Adónde va a parar el dinero que nos descuentan de nuestros haberes?
Mientras intentaba estrangularme con el estetoscopio, con voz de clarinete desafinado me anunció:
–Son tiempos electorales. Todos tenemos que ser solidarios y ayudar.
–Pero no con nuestro dinero.
Me tiró con un espéculo mientras aullaba:
–¡Fuera de aquí! ¡Lárguese! ¡Revolucionaria! ¡Marxista!
Me escapé por la ventana y averigüé:
–¿Dónde puedo comprar una prótesis?
Me dieron la dirección de una ortopedia y fui.
Cuando llegué vi que no había vidrieras con piernas artificiales ni sillas de ruedas. Era un lugar con un gran jardín cubierto de árboles. Se respiraba mucha paz y al fondo había una casa de madera. Toqué el timbre. Apareció en la puerta un viejito vestido de blanco. Me saludó con una sonrisa.
–¿Tiene prótesis?
–De todo tipo. Para corazones sin amor, para voces que solo pronuncian insultos, para manos que no saben acariciar, para oídos cerrados a palabras dulces, para pies que han perdido el rumbo… ¿Usted para qué la necesita?
–Para mi rodilla. Se fracturó.
–Señora, usted seguramente anda por la vida pidiendo perdón por todo, es una eterna genuflexión.
Nunca nadie me había dicho una verdad así.
–Sí, es cierto –respondí con los ojos llenos de lágrimas–. ¿Me puede mostrar las prótesis?
Sacó de un cajón varias semillas. Cada una tenía un cartelito que la identificaba.
Sándalo: cambia ese aroma a nada de las vidas rutinarias.
Roble: entrega fuerza y vigor.
Pino: cubre de un follaje permanente que protege de las malas actitudes.
Paraíso: úselo para volver a sentir la tentación del fruto prohibido.
Elegí una semilla de paraíso para que mi vida fuera, de ahora en adelante, más feliz y menos culposa. Con una pequeña incisión la colocaron en mi rodilla. Pienso que dentro de mí crecerá una planta. Le doy cobijo; prometo ser un buen almácigo. Voy a ser una nueva persona.
Este cuento pertenece al libro "Los cuentos de la
Cuento
oveja negra",
que será presentado el miércoles 27 de noviembre a las 19.00 en la sala Augusto Cortázar de la Biblioteca Nacional, Agüero 2502.
Quizás porque
de Charly García