tener lágrimas en los ojos frente a la pérdida de un ser querido. Fue ahí
cuando mi madre toma las riendas de la nueva constitución familiar, una
señora de tan solo 30 años con dos hijos: Laura de 14 y Santiago de 8, pero
que desde ese entonces ha sido una mujer de admirar, llena de esperanza, de
sueños, metas y dando lo mejor de sí para su hijos.
Por ello observado todas las fotografías de mi infancia quiero traer a colación
la siguiente, puesto que me recuerda una fecha muy importante para mí como
católica y al mismo tiempo una celebración en la que pude compartir con todos
los miembros de mi familia. Mi primera comunión, ese sacramento católico que
se celebra en la infancia, tenía alrededor de 10 años, mi familia hizo un gran
esfuerzo para llevar a cabo esta festividad, puesto que esta ameritaba gastos
y yo siempre soñé con tener una fiesta con un vestido blanco y pomposo,
globos, regalos, torta, helado, comida, por ello los ahorros de algunos días
fueron destinados para tal
fin, ya que la felicidad que
sentí al ver todo materializo,
fue un verdadero placer para
mis padres. En la fotografía
estamos mi mamá, mi papá, mi
hermano y yo y fue tomada al
lado del padre que celebro la
eucaristía en la que recibí por
primera vez el cuerpo de
cristo, ya que mis padres
desde pequeña me enseñaron
el valor que tiene Dios en mi
vida a seguirlo y tener fe.
Evocar esta fotografía me
trae un olor a felicidad,
inocencia, amor, me remueve
un sentimiento de humildad,
de disfrutar de las pequeñas
cosas, al observarla tengo un
sentimiento de gratitud hacia
mi familia.