tanto querer leer todo aviso, valla, revista, comunicado y
demás que tenía al frente, pronto a través de la practica le
cumplí mi promesa y era leerle a los demás los cuentos e
historias, me convertí en la asistente de la profe, fue una
experiencia que recuerdo con mucho amor y conservo en mi
corazón, hoy en día en mi labor como docente considero que
los niños no olvidamos la pr ofe que nos enseñó con ternura,
que nos guio por caminos de dificultad, que fue luz en medio
de la oscuridad, esas profes se guardan con celo y cariño,
porque también existe el lado opuesto, por ello siempre quiero
ser esa profe para mis niños y esa mamá para mi hija, una
persona que se recuerda con alegría y felicidad.
En la actualidad gracias a todo lo que trae la vida, he vuelto
a mi pueblo, en las calles saludo a mi profe “Beatriz”, quien me
enseñó a leer y escribir, además hace poco mi hija inicio su
etapa escolar y con alegría hoy escribo que ella también
estudia es ese mágico lugar, donde me forme y pase los
mejores años de mi vida y se repite la historia, la recibe la
señora “Gilma”, la misma secretaria que año atrás año realizo
mi matricula oficial hasta verme convertida en una docente.
Me despido son antes contarte que al escribir esta carta unas
cuantas lagrimas se escaparon de mis ojos al recordar que
los años pasan y que lo único que nos quedan son los
recuerdos que guardamos en el corazón.
Con cariño.
Laura Tatiana Toro Flórez.