los actores armados, que derivó en la explosión de un cilindro bomba en una iglesia que produjo la muerte de 79 personas, además de mutilaciones, heridas y el destierro y la reubicación de muchos. La documentación rigurosa en cada uno de estos casos reveló un patrón de violencia directa que se extiende a otras comunidades indígenas o poblaciones negras, e hizo posible reconocer tanto la histórica exclusión, discriminación y vulneración de estas comunidades como los premeditados y sistemáticos esfuerzos de exterminio desplegados por los actores armados, materializados en prácticas que varios organismos internacionales han calificado de etnocidio y que amenazan con la desaparición de las comunidades que han hecho de este un país pluriétnico y multicultural.
El gmh se propuso, además, documentar casos que permitieran develar las formas particulares en que el conflicto armado ha afectado a las mujeres. En este sentido se realizaron los informes: Mujeres y guerra. Víctimas y resistentes en el Caribe colombiano, 19 Mujeres wayuu en la mira y en El Placer Mujeres guerra y coca en el bajo Putumayo. 20 Estos casos confirmaron el uso de la violencia sexual como arma de guerra y los ataques contra las mujeres por sus ejercicios de organización y liderazgo. Además, ilustraron las profundas relaciones entre la violencia del conflicto armado y las violencias de género propias de una cultura patriarcal y de arreglos de género que han pretendido poner a las mujeres en un lugar de subordinación, de inequidad y de exclusión en los ámbitos privados y públicos, económicos y políticos, y que también ha impuesto un modelo de masculinidad violenta y opresiva. En esa cultura machista y patriarcal se inscriben formas conservadoras de concebir la sexualidad que llevan a los actores armados a desterrar, perseguir y humillar a poblaciones con opciones sexuales que estos consideran transgresoras.
En todos los casos, las voces de las mujeres fueron centrales para esclarecer los hechos, no solo por su particular liderazgo en la búsqueda de la justicia y de la memoria, sino por su empeño para que sus voces
19. gmh, Mujeres y guerra. Víctimas y resistentes en el Caribe colombiano( Bogotá: Taurus / Semana, 2011). 20. gmh, El Placer. Mujeres, coca y guerra en el bajo Putumayo( Bogotá: Semana, 2012). y realidades dejen de ser invisibles y hagan parte de la memoria y de la historia de un país que ha privilegiado las versiones masculinas.
Los testimonios de niños, niñas, jóvenes 21 y adultos mayores también reclamaron un lugar en los ejercicios de memoria. Los primeros dejaron ver a través de sus dibujos y palabras sus propias lecturas e interpretaciones de lo ocurrido, además del sufrimiento padecido y de las afectaciones causadas, la mayoría de las veces subvaloradas o desconocidas. Los jóvenes escarbaron en su infancia y hablaron de las marcas que hoy los mantienen en unos casos silenciados y en otros activos, creativos y beligerantes en la búsqueda de un país que les permita vivir de una manera distinta. Los adultos mayores mostraron su afán por contar su legado. Para ellos, los ejercicios de memoria llegaban tarde, pues muchos ya no estaban y sus testimonios se habían perdido. La memoria no era para después de la guerra, pues ellos y ellas podrían ya no estar y los riesgos de olvido serían mayores. La memoria, según ellos, debía hacerse en medio de la guerra, para detenerla, denunciarla, reclamar, transformar y construir la paz.
Las memorias: los acentos, la dignidad y la resistencia
El capítulo 5 de este informe retoma los relatos para documentar aquello que las personas afectadas por la violencia del conflicto armado interno en Colombia consideran importante recordar y lo que según ellos pasó y cuáles fueron las causas. Son memorias que aportan datos y describen sucesos, entornos y dinámicas políticas y sociales que permiten caracterizar los impactos de las acciones violentas y proporcionan elementos para interpretar los motivos y las lógicas del conflicto.
El archivo testimonial acopiado por el gmh expuesto en este capítulo expresa un retrato vivo, descarnado y humano del sufrimiento desencadenado por los hechos violentos. Registra el horizonte del dolor y de la
21. El cnmh adelanta junto con el icbf la investigación titulada: Las voces de niños, niñas y adolescentes.
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