¡BASTA YA! COLOMBIA: MEMORIAS DE GUERRA Y DIGNIDAD | Page 171

INFORME GENERAL Centro Nacional de Memoria Histórica
Finalmente, el secuestro del senador Jorge Eduardo Gechem Turbay, presidente de la comisión de paz del Senado, cometido el 20 de febrero del 2002 por un comando de la columna móvil Teófilo Forero de las farc, fue el detonante para que el presidente Andrés Pastrana declarara oficialmente rotos los diálogos con las farc. 162 A continuación se dio inicio a la recuperación de la zona de despeje por parte de la Fuerza Pública. La consiguiente respuesta militar de la farc desató una ofensiva nacional que intensificó las disputas regionales y territoriales con los paramilitares: en ese contexto de lucha entre guerrilleros y paramilitares se enmarca el crimen de guerra en Bojayá, cometido en mayo del 2002, que mostraba los enfrentamientos por el control del bajo y medio Atrato. 163
2.3.5. Masacres, acciones armadas y más víctimas. Los paramilitares y las guerrillas escalan la guerra
Las vicisitudes del proceso del Caguán estuvieron acompañadas, en el resto del país, por la continuidad de las interacciones violentas entre las auc, las farc y el eln, e incluso los enfrentamientos entre las dos guerrillas, que sucedían paralelamente a ciertos acercamientos del eln al diálogo con el Gobierno de Pastrana.
Además de la oposición a los diálogos de paz con las guerrillas, la decisión de las auc de avanzar desde la zona norte hacia el sur del país buscaba, entre otras: disputar la hegemonía y el control exclusivo que ejercían las organizaciones guerrilleras; seguir desarrollando sus funciones de método eficaz de lucha contraguerrillera; fortalecer regiones bajo el modelo agrario latifundista y agroindustrial; y, por último, ejecutar una estrategia de violencia para excluir la oposición social y política a las élites regionales. La transformación más importante del paramilitarismo de este periodo fue su consolidación como coalición de sectores emergentes
162. En esa acción los guerrilleros tomaron un avión de la aerolínea Aires que viajaba entre Bogotá y Neiva, y lo obligaron a aterrizar en una vía del municipio de Hobo, Huila, cerca a la zona de despeje, lugar al cual se llevaron al senador. 163. Véase: gmh, Bojayá: La guerra sin límites( Bogotá: Taurus / Semana, 2010). y clases tradicionales, que no solo se oponían a los posibles efectos políticos regionales de las negociaciones con las guerrillas, sino que expresaban el histórico desbalance entre el centro y las regiones en la representación política en el ámbito nacional, tal y como quedó evidenciado en la cuna de la parapolítica: los Montes de María. Allí, sectores de la clase política, ganaderos y paramilitares emergentes que se enriquecieron con el narcotráfico, como Rodrigo Peluffo, alias Cadena, revelan la trama de actores que acabaron concurriendo en el proyecto paramilitar.
Desde los inicios de este periodo, las auc habían iniciado una ofensiva nacional: el 4 de mayo de 1998, en la masacre de Puerto Alvira, en Mapiripán, Meta, fueron asesinados 17 campesinos. 164 El objetivo era atacar las zonas de retaguardia de las farc en el sur del país.
El avance de las auc hacia el Meta estuvo acompañado por una ofensiva sobre la zona norte del Magdalena medio: el 25 de mayo de 1998, un comando de los paramilitares incursionó en varios barrios de las comunas nororiental y suroriental de Barrancabermeja, donde asesinó a siete pobladores y se llevó vivos a otros 25. Esta acción violenta dio inicio a la urbanización de la disputa territorial entre los paramilitares y las guerrillas, que convirtió a Barrancabermeja, entre 1998 y 2002, en una de las ciudades más violentas de Colombia. Allí se pasó de la guerra sucia antiguerrillera, por medio de operaciones encubiertas en los años ochenta y comienzos de los noventa, realizadas por miembros del Ejército y la Armada nacional, a una presencia más abierta de los paramilitares. Esto se manifestó en incursiones a barrios que estaban originalmente bajo el control de las milicias urbanas del eln y las farc, pero que terminarían quedando, hacia finales del 2001, bajo el control total( militar, social y político) de los paramilitares.
También la región del Catatumbo, Norte de Santander, se convirtió en el escenario de una cadena de acciones violentas, como masacres, asesina-
164. Para un examen más detallado sobre el contexto político-social y cultural de esta masacre, se puede consultar: Teófilo Vásquez,“ Un ensayo interpretativo sobre la violencia de los actores armados en Colombia”, Controversia 175( diciembre de 1999), 59-103.
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