Los orígenes, las dinámicas y el crecimiento del conflicto armado sumado el hecho de que su misión contrainsurgente había condicionado su relación con la población civil, estigmatizando a los sectores pobres y marginados como enemigos, en contraste con las élites como aliados dentro de su defensa del Estado. Esta relación histórica entre militares y élites en las regiones fue tejiendo una telaraña de compromisos y reciprocidades que limitaron la autonomía y la independencia de los militares como representantes del Estado en el ámbito local y regional 79.
Uno de los episodios más tensos en la difícil relación entre el Gobierno Betancur y las Fuerzas Armadas se produjo cuando el presidente de la República solicitó a la Procuraduría General de la Nación adelantar una investigación acerca del naciente grupo paramilitar mas. El informe público, presentado por el Procurador General en febrero de 1983, reconoció que 69 de los 163 miembros de ese grupo eran integrantes de las Fuerzas Armadas.
A estas tensiones se sumó la aprehensión de los gremios económicos y cierta actitud reticente de la jerarquía de la iglesia católica frente al proceso. Entre tanto, las farc continuaban con la ampliación territorial de sus frentes de guerra, apoyadas en el recrudecimiento del secuestro y la extorsión para, de esta manera, hacer fracasar la opción de Betancur por una salida negociada del conflicto. 80
Las farc inscribían las negociaciones en su proyecto de expansión territorial y consolidación de un ejército popular para una guerra prolongada, mientras que el m-19 buscaba conseguir mayor protagonismo político al privilegiar la presión militar. 81 Por su parte, los gremios reducían la paz al desarme y la desmovilización de la guerrilla, sin pensar en la necesidad de reformas económicas y sociales. Los partidos políticos utilizaban la paz como bandera electoral, sin asumir las reformas ne-
79. Armado Borrero. Monografía de las Fuerzas Militares y Policía( Bogotá: Corporación Nuevo Arco Iris, 2010) Texto inédito 80. Véase: Jesús Antonio Bejarano,“ La política de paz durante la administración Barco”, en El Gobierno Barco: política, economía y desarrollo social en Colombia, 1986-1990( Bogotá: Fedesarrollo / Fondo Cultural Cafetero, 1994), 79-98. 81. Véase: Ramírez y Restrepo, Actores en conflicto por la paz. cesarias del régimen político; y al mismo tiempo, amplios sectores de los mandos militares, como el ministro de Guerra, general Fernando Landazábal, consideraban el proceso de paz como parte de una estrategia continental de Gobiernos proizquierdistas que pretendían abrirle paso a la revolución comunista mediante la paralización de la respuesta armada del Ejército. Tal posición se vio reforzada por el giro internacional en la Guerra Fría, que había sido provocado por la radicalización y el endurecimiento del anticomunismo durante la administración de Ronald Reagan, entre 1981 y 1989. Este ambiente explica la soledad creciente de Betancur en sus esfuerzos por convertir la vaga simpatía de la llamada sociedad civil en apoyo político concreto al proceso de paz.
Un nuevo y decisivo escollo para el proceso de paz fue la toma del Palacio de Justicia por parte del m-19 y la retoma del mismo por parte del Ejército, en noviembre de 1985. Esta acción expresaría el fracaso de los diálogos entre el Gobierno y ese grupo. Desde entonces, el asesinato sistemático de militantes de la up y de otras personas consideradas simpatizantes de la insurgencia llevó a la ruptura definitiva de la tregua en 1987. La crisis irreversible del proceso incidiría profundamente en la opción posterior del m-19 de privilegiar el desarrollo militar en detrimento de su dimensión política. Por otro lado, para la mayor parte de la opinión pública se había hecho obvio que el proceso de paz de Betancur había sido hábilmente aprovechado por las guerrillas para ampliar sus frentes y afectar a regiones que estaban más integradas a la vida política y económica de la nación: entre 1981 y 1986, el epl pasó de tener dos frentes a contar con doce; el eln pasó de tres frentes a diez; y las farc, de diez frentes a 31. 82
La desilusión respecto a la iniciativa de paz de Betancur, torpedeada desde distintas orillas, trajo como consecuencia una severa limitación a la política de paz del Gobierno de Virgilio Barco( 1986-1990). 83 Por eso, dicho Gobierno adoptó un modelo despolitizado, institucionalizado y
82. Véase: Camilo Echandía, Dos décadas de escalamiento del conflicto armado en Colombia, 1986-2006( Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2006). 83. Bejarano,“ La política de paz durante la administración Barco”, 82-84.
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