"Cristo crusificado" por Diego Rodríguez de Silva y Velázquez en 1632 y que representa serenidad, dignidad y nobleza: es un desnudo frontal, sin apoyo de una escena narrativa, con el que Velázquez logra captar la belleza corporal y espiritual del personaje, así como su naturalidad, tal como proponía el barroco. En ella, es posible contemplar valores morales como la serenidad, ya que está en paz. Con toda su nobleza tras la muerte, Cristo aparece como un hombre con gran corazón. Asimismo, nos transmite valores estéticos como belleza natural, ya que es hermoso, aunque está muerto, y el valor religioso ya que Cristo es el centro espiritual de la religión de Velázquez.
“La cena de Meaux” de Caravaggio en el año de 1548 que actualmente se conserva en el museo de Louvre.
La pintura en óleo sobre tela de Peter Paul Rubens “El rapto de las hijas de Leucipo” en 1618, otra pintura de Rubens de ese año es el “Milagro de San Ignacio de Loyola” la cual representa a Ignacio como representante de los Jesuitas como salvador, el que aleja el mal y el que ayudará a los desvalidos por medio de Dios.
Escultura de Gian Lorenzo Bernini “Éxtasis de Santa Teresa” finalizada en 1652 que nos muestra valores estéticos por su belleza corporal y valores religiosos.
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Obras que marcan el Arte Barroco