Una lluvia implacable hizo que Baltazar se resbale en una jornada rutinaria en las minas de hielo y se fracturó el pie. Las largas jornadas se terminaban y, por el accidente, el 'último hielero' ya no podía ir como lo hacía antes y la muerte de su esposa, María Lorenza Tenesaca, lo debilitó emocionalmente. Los comensales del Mercado de la Merced, en Riobamba, pedían el hielo orgánico del volcán. Aunque la tecnología, hoy por hoy, lo fabrica, el sabor natural no se reemplaza. Entonces, Juan comenzó a pensar en que, quizá, ser hielero era su real vocación. Juan aprendió rápido y cuando le preguntó a Don Baltazar si podía formarlo como hielero, recibió su bendición. Desde ese momento -febrero del 2016- al recorrido se sumó un compañero más: Oso, el perro café de la familia Ushca, que fácilmente soporta más de 20 kilómetros y los acompaña en cada trayecto.