Por Raúl A. Poma Sierra
S
egún la mitología andina Wallallu
fue uno de los apus encargados de la
tierra Huanca, que tuvo rivalidad con
Pariacaca y que al perder huyó y comenzó
a devorar hombres como castigo. Sin em-
bargo la información brindada sobre Wa-
llallu no es mucha ni exacta.
¿Te imaginas cómo debe sentirse in-
terpretar a un Dios wanka?
Para eso consideraremos ciertas ca-
racterísticas que debe tener cualquier dios:
omnipotencia, omnisciencia, misticismo,
son algunas de ellas, pero este Apu es espe-
cial en el sentido de que es un dios a quien
nosotros, los wankas, debemos respeto y
obediencia. Entonces ¿cómo interpretarlo?
una de las cosas que funciona es, aparte de
la características ya mencionadas, entender
que toda la raza wanka es su gente para
guiarla, para decirles lo que son, qué es lo
que hizo por ellos y hacia dónde van.
El Apu Wallallu ordena a los Amarus
que se inclinen ante su paso firme en señal
de respeto. Estas serpientes fieras, solo obe-
decen las órdenes de Wallallu, ¡puedes sen-
tir eso, la ferocidad y misticismo que se en-
carnan en él! Él es nuestro dios wanka, a él
debemos respeto e interpretarlo exige gran
responsabilidad.
Dicen que dentro de poco la nieve
que cubre a Wallallu se derretirá y él se li-
berará. Quizás ahí conozcamos al verda-
dero Apu, quizás siga propagando su furia
o quizás con el paso del tiempo su ira se
haya apaciguado. Quizás verá en qué se ha
convertido su gente y furioso nos encare,
quizás ya esté pendiente de todo lo que vi-
vimos y asuma el reto de que la raza
huanca siga siendo ese pueblo de gente in-
domable y guerrera.
Mientras tanto disfrutemos de “Bai-
lemos Tierra”.
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