[...] Podríamos pensar que el pintor como el actor, busca metérsenos
por los ojos, que desea ser mirado. No lo creo. [...] A quien va a
ver su cuadro el pintor da algo que, al menos en gran parte de la
pintura, podríamos resumir así “-¿Quieres mirar? ¡Pues aquí tienes,
ve esto!”. Le da su pitanza al ojo, pero invita a quien está ante el
cuadro a deponer su mirada como se deponen las armas. Este es
el efecto pacificador, apolíneo de la pintura. Se le da algo al ojo, no
a la mirada.
JACQUES LACAN, Los cuatro conceptos fundamentales
del psicoanálisis, en Seminario XI