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Se trataba de abjurar de las magnitudes absolutas, del blanco o negro ideológicos, de decretar la expulsión de las
creencias y de instalarse sólo en la duda, que daba a todo, hasta al mismo arco iris, un matiz grisáceo. Y, por añadidura,
ese mandamiento exigía una riqueza de nueva índole: había que celebrar la miserable belleza de todos los matices
reconocibles del gris con un lenguaje dañado. Eso quería decir borrar esa bandera y esparcir cenizas sobre los geranios.
Quería decir, con un lápiz afilado, que por naturaleza representa los valores del gris, escribir, como mandamiento mío, la
palabra ascetismo a todo lo largo de esa pared “donde antes, sin pausa, el cuadro verde rumiaba lo verde”.
GÜNTER GRASS, Escribir después de Auschwitz