ENTRE-VISTA
Cristina y Ricardo pintando un mural para la exposición BACKGROUND. Santander, 2014
C: Dentro del conjunto de tu obra, ¿Qué papel crees que le corresponde
al espectador?
R: El espectador es importantísimo, hasta el punto de que si no existiese éste
la obra se neutralizaría. Una vez realizada el autor es su primer espectador y,
abriéndose ante el público, son los otros quienes la completan con su propia
sensibilidad. En ese sentido me interesa mucho saber las opiniones que genera
su contemplación, algo que a veces me hace reflexionar para incorporar
posteriormente alguna cuestión que me ha parecido interesante y significativa.
Esta manera de proceder hace que la obra se complete con guiños a diferentes
autores, ramificaciones y lecturas varias, que provocan sus consecuentes
activaciones simbólicas.
C: Este modus operandi, a la hora de abordar los proyectos, tanto
conceptual como técnicamente, ¿Ha sido siempre similar o ha ido
cambiando con el tiempo?
R: Ha cambiado mucho, aunque en esencia siga siendo el mismo. Al principio
conoces muy poco y tu acercamiento a la actividad artística es muy inocente,
cosa que no tiene porqué ser negativa, aunque con mucha pasión y descarga de
energía, que en muchas ocasiones se malgasta a cambio de aprender. A medida
que se va avanzando en el tiempo, y vas acumulando experiencia, mantener la
pasión requiere un esfuerzo tremendo, en consecuencia la energía se optimiza
cada vez mejor. Esto hace que el trabajo no se desarrolle tanto en el día a día
del estudio sino, sobre todo, en ese proceso mental que conlleva la confección
conceptual del proyecto, corpus documental de anotaciones y bocetos propicio
para que el desarrollo del proyecto fluya con la optimización necesaria, para que
ese dispositivo que supone el binomio pasión-energía funcione. La fórmula que
he encontrado para mantener la pasión es cambiar de proyecto y plantearme
nuevos retos, que afronto con una ilusión renovada.
saber popular y superficial que te habían transmitido, vas investigando que
su personalidad artística avanza hacia algo insondable, un enigma, cáscara
misteriosa imprescindible implícita y necesaria para que las obras logren su
vigente actualidad al ser revisadas, pues son susceptibles de nuevas perspectivas
desde donde enfocar su reflexión. Sus obras son como fértiles pozos sin fondo
de las que siempre se puede extraer algo que ilumine tu propio camino. En el
caso concreto de esta exposición he recurrido a Las Meninas, un cuadro que
ha provocado muchos ríos de tinta, textos que intentan llegar a resolver el
enigma paradójico que se halla inserto ahí. Una reconstrucción escenográfica
que no sólo asombra por su maravillosa técnica, sino también por la gran carga
conceptual que contiene. Este fenómeno que comento también ocurre con la
obra de Celestino Cuevas, alguien que, para aquellos que nos hemos criado en
Campoo (y supongo que para muchos de otras zonas también) y que tratamos
de hacer algo en ese campo tan indefinible de la pintura, ha supuesto una
guía magistral ineludible. Una figura que en muchas ocasiones aparece ante
nosotros, sus sucesores, como pionero de novedosos planteamientos artísticos.
Lo que nos ha llevado, eclipsados por su coherencia, a aprovechar, en aplicación
a nuestros trabajos, ese rebufo dejado tras cada una de sus improntas creativas.
Puedo decir que aquellos encuentros, a veces imprevisibles, que he tenido la
suerte de tener con él, han supuesto y suponen siempre un gran estímulo
para mi intelecto, debido a la ingente información que Celestino maneja en
cada momento y a su gran capacidad de relación simbólica. Una de estas
primeras azarosas concurrencias ocasionaría que allá por el año 2001, en el
Circulo de Bellas Artes de Madrid, al hablarme de algunas de sus obras más
significativas, ya mi quehacer artístico comenzara a pasar de una concepción
estanca a una reflexión más fluida, a una relativización cada vez mayor de
mi práctica pictórica, abriéndose ante mí un amplio abanico de posibilidades
creativas desde las que desarrollar esta actividad. Una inercia que, todavía
hoy, me sigue conduciendo hacia nuevos planos de conocimiento, destinos que
quizá no me hubiera planteado de no haber llegado a conocer su obra, y a él
explicándola. Ha sido tal mi aplicación en el seguimiento de su trabajo, tan
interesante ese misterio que intuyo, que, con ocasión de la realización de mi
obra Proceso de construcción de una ficción , llegué a incluir, mediante un acto
apropiacionista, un icono (“la idea que se dice a sí misma”, digo yo o se lo he
oído antes a él; una bombilla dentro de un globo de cómic, cuya flecha de
diálogo no apunta hacia fuera sino hacia la propia bombilla) que formaba parte
de su exposición Prole , de 1979, idea original suya. Cosa que creo conveniente
aclarar pues, al referirme a ello en el texto donde mencionaba ese cuadro y ese
icono, en el catálogo de una exposición mía anterior a la presente, debía haber
indicado su procedencia y no lo hice. Espero que ahora, de un modo cercano al
relato cinematográfico, esa elipsis anterior quede resuelta con este flashback .
Resumiendo, y no me es fácil; gran parte del trabajo que aquí se muestra debe
su origen a esos encuentros a los que me refiero, que con estas palabras quiero
reconocer y constatar, agradeciendo también a Celestino la paciencia mostrada
ante las imprudencias propias de un principiante.
C: ¿Qué artistas te han influido más, tanto a lo largo de tu trayectoria
como en este proyecto en particular?
R: Además de pintores de la escuela de Leipzig; Neo Rauch, David Schnell,
Matthias Weischer, etc., cuyo trabajo últimamente me atrae bastante o también
el de otros alemanes como Gerhard Richter o Franz Ackermann, que conocía
antes que aquellos, o clásicos como Cezanne, Remblandt, Goya, Vermeer, etc.,
siempre presentes, y sin dejar de mencionar a alguien como Duchamp, que
siempre me ha interesado mucho, te voy a decir dos fundamentales, uno que
no conocí personalmente pero me hubiera gustado, de haber coincidido en su
época, y otro que he tenido la suerte de conocer, debido a que procedemos de
la misma comarca, Campoo; Diego Velázquez y Celestino Cuevas. De Velázquez
le hablan a uno muy pronto, cuando ante la pregunta de qué quieres ser
de mayor respondes que pintor. Mucho después descubres que más allá del
Y O U R
I M A G E
H E R E
Delante del Museo del Prado. Madrid, 2007
Espacio reservado