Entre estos grupos no hay que olvidar a los citadinos, que simplemente hacen puente y se olvidan de los muertos para vacacionar. Aunque haya quienes digan lo contrario, esta festividad está vigente, si se toma en cuenta la diversidad cultural de la nación. No es infrecuente que se diga que hay muchos Méxicos, y que cada uno depende de su diversidad regional y étnica.
En lo que a esta fiesta se refiere, existe un contraste muy marcado entre lo urbano y lo rural, y esto define sus características. Además, hay que resaltar la acción de uno de los poderes fácticos que más sutilmente nos dominan, el monopolio de la radio y la televisión, y la de de las plazas comerciales, porque éstos se apropian de lo popular y lo transforman a imagen y semejanza de la sociedad de consumo.
Por ello, a todos aquellos que anuncian que estamos ante la agonía de una tradición, se les podría contestar, “los muertos que vos matáis gozan de buena salud”, porque esta celebración cada vez es más variada y rica; sin embargo, el destino final es el mismo que el de todas las expresiones culturales: cambiar, adaptarse y desaparecer.
contemporáneo
Se ha dicho que nadie celebra a la muerte como los mexicanos, pero al poner en la mesa de disección los festejos de lugares como Guatemala, Nicaragua e incluso Brasil, encontramos muchas semejanzas, aunque no por ello se borran ciertas peculiaridades determinadas por las características culturales de cada país.
La celebración en México es singular, porque todo pueblo tiene un vínculo con sus antepasados y rituales muy particulares para recordar a quienes se han ido. En nuestro caso, la fiesta de los difuntos es una de las festividades que retomamos de mil maneras distintas, quizá como una manera de decirnos quiénes somos.
La conjunción de elementos que dieron pie a la fiesta que hoy celebramos es resultado de un largo proceso que experimentó algunas de sus fases más significativas en los años 20, década en la que José Vasconcelos inició un gran proyecto cultural de transformación, tras el periodo de inestabilidad que trajo consigo 1910 y sus revueltas interdum dolor ac mattis.
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