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DÍA DE MUERTOS

De lo tradicional a lo contemporáneo

Se ha dicho que nadie celebra a la muerte como los mexicanos, pero al poner en la mesa de disección los festejos de lugares como Guatemala, Nicaragua e incluso Brasil, encontramos muchas semejanzas, aunque no por ello se borran ciertas peculiaridades determinadas por las características culturales de cada país.

La celebración en México es singular, porque todo pueblo tiene un vínculo con sus antepasados y rituales muy particulares para recordar a quienes se han ido. En nuestro caso, la fiesta de los difuntos es una de las festividades que retomamos de mil maneras distintas, quizá como una manera de decirnos quiénes somos.

La conjunción de elementos que dieron pie a la fiesta que hoy celebramos es resultado de un largo proceso que experimentó algunas de sus fases más significativas en los años 20, década en la que José Vasconcelos inició un gran proyecto cultural de transformación, tras el periodo de inestabilidad que trajo consigo 1910 y sus revueltas.

En medio siglo, más y más elementos se sumaron hasta que esta fecha se convirtió en la fiesta popular mexicana más importante, y éstos fueron: el conocimiento etnográfico de las maneras de montar una ofrenda en las diversas regiones indígenas; la divulgación del conocimiento generado por especialistas en Mesoamérica; la revaloración de las artesanías y el arte popular; el papel del cine comercial y documental; la televisión educativa, y la comercialización de algunas celebraciones, especialmente las que tienen lugar en Pátzcuaro (Michoacán) y San Andrés Mixquic (Distrito Federal).

interdum dolor ac mattis.

Lo que observamos hoy es una variedad muy grande de cómo se celebra esta fiesta. En cada situación es importante identificar tanto a actores como escenarios y prácticas.

En la guerra y en la pachanga todo se vale, por ello, el sentido profundo del 2 de noviembre no está muy divulgado; sin embargo, esto no afecta la forma específica en que cada grupo social (ya de por sí sumamente desigual y diferenciado) conmemora el día.

Cada quien lo hace como “se acostumbra”, como se ha hecho desde siempre, como se enseña en la familia. Por ejemplo, en las escuelas primarias se valora positivamente la celebración y se montan ofrendas “pensadas” en cuanto a su elaboración y sentido. Las instituciones de cultura, por su parte, tienden a organizarla con objetos populares, lo que produce ocasionalmente verdaderas obras de arte.

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Y así se vivió...