La santa muerte
Por: Diana S. Bautista Ramírez
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Santa Muerte, la flaca, la niña, el ángel de la muerte o la blanca son algunos pseudónimos que se utilizan para denominar a esta fuerza natural conocida como la muerte.
Esta adoración a la Santa Muerte ha sido condenada por la iglesia católica, pero eso no representa un impedimento para que cada vez más personas se unan a este culto. A pesar de no ser una santa en el sentido estricto de beatificación y aún sí, su nombre indica lo contrario, sus oraciones coinciden con las cristianas. Le rezan ‘Padres Nuestros’ y le celebran misas todos los domingos.
Anteriormente se pensaba que sus feligreses estaban únicamente vinculados con la delincuencia, sectas o brujería. Actualmente se ha dejado esta creencia en el pasado y podemos encontrar a cualquier tipo de creyente.
En el México prehispánico se le rendía culto a la muerte, entendiéndola como parte de la vida, del ciclo de la natural. A la llegada de los conquistadores españoles, este culto a la muerte se fusionó con la religión católica. A esto se le denomina como sincretismo religioso, dando lugar a lo que conocemos como día de Muertos, el primero y segundo de noviembre.
El festejo del día de muertos no es lo mismo que la devoción a la muerte. El sacerdote mexicano Luis Fernando Valdés, doctor en teología y capellán en la Universidad Panamericana, nos lo confirma, señalando que las tradiciones mexicanas del día de los muertos distan mucho del culto idolátrico a la llamada Santa Muerte.
La diferencia esta en que los católicos rezan para tener una santa muerte, es decir, morir bajo la gracia de Dios. Los santeros entienden la Santa Muerte como si fuera, paradójicamente, una entidad viva, por eso la visten. Creen que esta entidad decide cuándo muere una persona.