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En un entorno cada vez más globalizado y competitivo, la mejora de la
productividad surge como la principal fuente de creación de riqueza en
un país. Este avance está directamente asociado a incrementos de la
competitividad de la economía y del nivel de bienestar de sus ciudadanos.
Las últimas décadas demuestran que comportamientos positivos de la
productividad y, por ende, de la competitividad de la economía, dependen
cada vez en mayor grado del desarrollo tecnológico en el ámbito de la
información y la comunicación, de los avances relacionados con la inversión en
investigación, desarrollo e innovación, o de la formación de los trabajadores
y de su capacidad para adaptarse al entorno demandado por las empresas.
Todos estos factores emergen como elementos fundamentales para
conseguir un crecimiento económico sostenible e inclusivo.
Por otro lado, es importante destacar la importancia de las empresas como
pilar fundamental de la economía. De su actividad depende el bienestar y
el progreso de la sociedad al aglutinar la mayor parte de los ocupados de
un país, al generar el grueso de la riqueza que luego se distribuye entre los
ciudadanos, vía salarios, beneficios y gasto público, y no menos importante,
son la principal fuente de inversión, incrementando con ello la productividad
e incidiendo positivamente en la competitividad del país y en su progreso.
Precisamente, dentro de la inversión, existe un ámbito primordial para
garantizar el crecimiento de la productividad en las empresas. A saber, la
inversión en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i). No obstante,
España se encuentra por debajo de la media europea en cuanto al grado de
importancia concedido a este tipo de inversión, sobre todo entre las pymes.
En particular, por cuanto se trata de un tipo de inversión que no reporta
beneficio a corto plazo, lo que, para este tipo de compañías de menores
dimensiones, con mayores restricciones de tiempo y de recursos, no es una
prioridad.
Lamentablemente, el mantenimiento de esta situación en el tiempo podría
tener consecuencias negativas a medio y largo plazo en la productividad y la
competitividad de la economía española.
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