Avambaé - 1° Edición Avambae-Crucero del Norte-Ed1 | Page 5

Literatura. Fundación Demetrio Koropeski. FUNDACIÓN DEMETRIO KOROPESKI CUENTOS DE LA SELVA EN ESTA EDICIÓN, EL AUTOR MISIONERO SEBASTIÁN BORKOWSKI. FUNDACIÓN DEMETRIO KOROPESKI Como una extensión de los valores de Crucero del Norte, hemos creado la Fundación Demetrio Koro- peski. Que es una entidad sin fines de lucro que lleva a cabo acciones solidarias, de compromiso social y deportivo con los pueblos originarios de la Provincia de Misiones. Nuestra misión es ayudar a promover el deporte como acceso a la inclusión social. Y lo hacemos brindando a estas comunidades las herramientas necesarias para su desarrollo y vida cotidiana, des- de indumentaria deportiva hasta maquinaria para el trabajo de la tierra. Queremos ser el puente para llegar a las olvidadas comunidades de pueblos ori- ginarios de nuestra Provincia. PROYECTOS Proyecto ganar: Busca crear las bases para la futura liga de fútbol de la nación Mbyá guaraní en la provin- cia. Visualizando el deporte con valores de integra- ción y amistad. Para el encuentro de fraternidad y tolerancia entre niños y niñas, se dictan charlas debates para el re- conocimiento de la cosmovisión Mbyá guaraní, don- de la principal temática es el cuidado y la preserva- ción del medio ambiente. ACTIVIDADES DE LA FUNDACIÓN DK El pasado 22 de noviembre en conjunto con la Fun- dación PLANETA (Programa Latinoamericano de Nuevas Estrategias en Tecnologías Avanzadas) rea- lizamos la Primera Jornada Regional por el Desarro- llo de la Responsabilidad Social. Para la apertura contamos con la visita del reconoci- do sociólogo, escritor y asesor argentino, Bernardo Kliksberg. Quien brindó una Conferencia Magistral denominada “La Responsabilidad Social para un Mundo más equitativo”. P H O N E U T R I A Un grupo de cerdos selváticos puede convertirse en un huracán de furia ante la menor provocación; hecho conocido por cualquier montaraz intrépido. El protagonista de esta prodigiosa historia tenía las características del caso. Incitado por las ganas de volver a presionar carne salvaje entre sus muelas, rastreó a los bichos con impecable control. Mataría al pecarí que juzgase más sabroso a través de un cuestionable criterio ocular. Los demás se enojarían, podía presagiarlo. Pero no habría mucho que hacer al respecto; salvo lamentarse durante unos minutos, observar y oler al verdugo protegido cobarde- mente por la altura del árbol. Después, tendrían que huir ante los nuevos disparos. El hombre de monte podía escucharlos, todavía lejanos, allá, cerca del arroyo. Pronto, algu- no se acercaría. Una araña caminó sobre el costado de la rama. Estaba cazando, como él; acechando una lagartija que el hombre espantó con el accionar de su rifle. Entonces la phoneutria levantó sus patas y clavó sus colmillos en el tendón más grueso del pie derecho. Lo mor- dió con odio, por haber entorpecido su búsqueda de alimento, o quizás conmovida por el pecarí que yacía moribundo en el suelo abatido por un miserable silbido. El hombre tomó su tobillo; dio un gemido. Cayéndose del árbol pudo ver a la araña. El cazador se desplomó en el suelo, de espaldas. Su pierna no respondía, él sabía que se mantendría entumecida por algún tiempo más. Conocía la mordedura. Muy cerca, el ani- mal herido pedía ayuda. Los colmillos de sus hermanos no tardaron en hacerse oír entre un torbellino de hojas muertas. Eran demasiados. El hombre echó su