Automóviles y Caminos 2009 | Page 77

Oldsman "Ruedas altas" 1903. El automóvil más antiguo conservado en Venezuela, fotografiado en Porlamar en 1958, junto al American Austin 1930. Ricos en cacao y sin caminos Todavía en la década de 1930, el comercio de Barlovento se hacía a través del ferrocarril y la flota costanera de las empresas Krassus. A Río Chico, población servida por el tren cuya línea partía de Carenero y llegaba hasta poco más allá de El Guapo, el cacao provenía de distintos pueblos y haciendas de la región: Cúpira, El Guapo, San Fernando, San José, Panaquire, El Clavo y otros, tal como lo detalla el cronista Vicente Gutiérrez Rodríguez, quien atribuye a Carlos Krassus la incorporación del carro mecánico a la vida tanto de Río Chico como de los lugares aledaños hasta donde era posible circular en las limitadas trochas o caminos de recuas. El cronista confirma la inexistencia de carretera hacia el mar, dependiendo sólo de camino de recuas hasta que en 1933 comenzó el relleno de la vía Río Chico-El Raizal dado que el terreno presentaba dificultades por lo bajo del mismo y la formación de lagunas en casi su totalidad. Tales obras se realizaron siendo jefe civil el coronel Guillermo Luzardo, de quien parte la iniciativa de permitir vialidad adicional a la del pueblo, cuyas calles primero eran de tierra, luego de canto rodado, situación predominante hasta cuando Krassus comenzó a exhibir su Dodge Brother embarcado en La Guaira, descargado en Carenero de uno de los vapores de la línea Krassus, también propietarios del ferrocarril, en uno de cuyos vagones llega el automotor a Río Chico. Luego, José Martínez, compró un camión y Blas Paisano Fiorenzano sumó otro automóvil, desconociéndose los detalles. Los interesados en deslindarse del tren, sobre todo cuando el cacao se fue a la baja en el decenio de los treinta, contribuyeron durante dos años con 40 hombres y dinero para que el municipio persistiera en la iniciativa del coronel Luzardo, pues el flete del fe- rrocarril era alto, la empresa desatendía el pedimento de los agricultores y comerciantes de que lo redujera, y el precio del preciado fruto barloventeño no daba margen para perder ni un céntimo. Las vías carreteras ayudarían a resolverles estos problemas. 77