Automóviles y Caminos 2009 | Page 60

Edgar J. Anzola. 60 Félix Carpio. Don Félix Carpio, así como de otros pioneros que nos dejaron el reflejo de la epopeya que en buena medida fue la penetración de los carros autopropulsados, refería en amenas tertulias que cuando comenzó la labor de despertar el interés de nuestro público por el transporte motorizado, allá por 1912, 1913 y subsiguientes, naturalmente el mayor entusiasmo tuvo lugar en Caracas, siendo desde luego el mayor atractivo el poseer un automóvil y poder pasear por las pocas calles y avenidas que para entonces disponíamos, siendo las de El Paraíso las arterias preferidas. En aquellos años se inició el mejoramiento de la vía que conducía a Los Teques, hacia donde el tráfico era cada día más intenso. No puede decirse que fuese tarea fácil llegar sin dificultad. Baste el detalle de que durante la estación de verano, la tierra que se acumulaba hacía que en algunas ocasiones los carros tuvieran inconvenientes en su trabajo mecánico, porque los cauchos no encontraban superficie firme para rodar y giraban sin otro resultado que profundizar cada vez más las zanjas que ellos mismos producían. Cosa parecida ocurría al no más llegar las lluvias, siendo entonces más difícil la tarea de sacar los automóviles de los barriales. En la vía hacia Los Teques, un trayecto al cual los choferes veían con malos ojos era la pendiente llamada Sebastopol, donde a veces había que dejar refrescar los carros una y otra vez hasta alcanzar la cúspide de la subida. Pero de todas maneras, la gente hallaba placer en este corto viajecito, que muchas veces también era necesario hacer por nuestros vendedores ya que los clientes lo exigían como una prueba. Luego vino, como todos sabemos, el progreso del sistema vial que el gobierno inició en el centro del país hacia oriente y occidente. Y nosotros -refiere Carpio- encontramos con ello campo para extender nuestro servicio hacia La Victoria, Maracay, Valencia, Barquisimeto como también hacia el sur con posibilidades de llegar hasta San Juan de los Morros y Ortiz. En 1913, Carpio, en compañía de Edgar Anzola, tuvo ocasión de llevar el primer automóvil que circularía en San Cristóbal. El viaje requiere del ferrocarril del Táchira al cual suben el vehículo en Encontrados. Parte de la vía estaba sin concluir y en cierto punto -recuerda Carpio- llamado La Regresiva, fue necesario emplear poleas hasta donde pudieron valerse nuevamente de los neumáticos. Sitúan en el 18 de abril de 1914 la entrada del carro que llegó a San Cristóbal propiamente por la carretera, puesto que en parte fue por senderos que el año anterior lo logra el que era conducido por el dúo Anzola-Carpio, quienes no se detienen hasta llegar a Cúcuta. Al paso por Maracaibo establecieron una agencia en cuya organización contribuyó personalmente Phelps. La firma giró bajo la denominación Félix Carpio & Cía., Sucursal de E. Arvelo y Phelps. «Fuera de las avenidas de la ciudad, Maracaibo carecía todavía de vías pavimentadas por donde pudiera irse muy lejos, así que los paseos a las urbanizaciones confrontaban inconvenientes, principalmente porque la pura arena del pavimento en algunas secciones impedía la buena marcha de los vehículos. Esto significaba -agrega el relato de Carpio-, por así decirlo, el peor enemigo del turismo local. Sin embargo, logramos en Maracaibo, como en Caracas, desarrollar un razonable mercado para los automóviles». Cerca de Los Potreritos, entre Motatán y Valera, Manuel Castaño llegó a desarrollar una pequeña empresa de transporte que como en otros casos en toda Venezuela, un modelo T fue el instrumento. Castaño, -recordaba Carpio- quien hizo que le pintaran en el parabrisas la inscripción «Carro de Alquiler del Señor Manuel E. Cas- taño», empleó su automóvil para el primer viaje a través de la Trasandina llevando como pasajeros a una familia de Betijoque. El automóvil fue llevado desde Maracaibo vía La Ceiba, embarcado para cruzar el Lago y luego utilizar el ferrocarril hasta Motatán, de donde continuaría por sus propios medios para llegar a Valera.