Automóviles y Caminos 2009 | Page 23

Emigración a Oriente en 1814 según Tito Salas. blicada en Caracas el año 1961, con motivo del centenario del Colegio de Ingenieros de Venezuela. Durante la Colonia, en Venezuela, sólo tuvimos caminos de tierra, si acaso de piedra. De estos últimos, el más importante lo inició el gobernador Alonso Suárez del Castillo en 1603, camino para unir a Caracas con La Guaira. Para bajar al puerto se disponía de un antiguo camino real sostenido por el impuesto generado por el pase de las botijas de vino. Salía por el norte, trepaba el cerro del Ávila para después bajar hasta llegar al mar. Vino luego el camino nuevo que arrancaba hacia el oeste de Caracas para sortear algunas dificultades, pero la precariedad de las obras y la falta de mantenimiento arruina todo con gran rapidez. Prioridad En 1796 resuelve el Real Consulado convertir en camino la pica que permite salir de Caracas por el este. El 19 de abril de 1810 está en discusión el tema del camino a La Guaira. Se trata de la única carretera en todo el país, apunta años más adelante en sus memorias John Williamson, primer enviado de los Estados Unidos a Venezuela. Codazzi, y más tarde Alfredo Jahn, Adolfo Ernst, Augusto Permachán, Gabor Napeghi y Alberto Lutowsky -este último construyó gran parte de la carretera Caracas-Araguatuvieron un desempeño lucido en la construcción de obras públicas. En 1801, el sabio Alexander von Humboldt anotó que cuando dos mulas se encontraban, el mulero hacía acostar a una de ellas atravesada, maneándola y tapándola, mientras la otra saltaba por encima, debido a la costumbre de pisar siempre en los mismos sitios, factor de deterioro de los senderos. Por cierto que en 1800, Humboldt no ve un solo carromato, como sí era frecuente en la pampa argentina al lado de los arrieros de rebaños. Todos los transportes se hacen a lomo de mula o por agua. En tiempos de la guerra de independencia, a lo rústico de las picas -como de cualquier cosa, pues nada estaba a salvo de los estragos propios de tiempos revoltosos y situaciones inmisericordes-, para quienes deben trasladarse como en 1814 hicieron los caraqueños que huyen hacia Oriente forzados por la barbarie de José Tomás Boves, los muertos en el camino dramatizaban las circunstancias para los viandantes desprovistos de casi todo. En La palabra ignorada [Fundación Polar, Caracas, 2007], la historiadora Inés Quintero deja escrito en referencia a las peripecias de Dominga Ortiz de Páez: «En muchas ocasiones las marchas debían hacerse de madrugada, antes de salir el sol y no se detenían hasta la noche; en el camino recogían la leña y el agua para cocinar los alimentos, si los había. Por lo general se hacía una sola comida, en la noche. Durante la jornada era corriente toparse con cadáveres descompuestos a la orilla de los esteros ». Un viajero inglés escribió en 1824 que cuando dos arreos se encontraban frente a frente o los derrumbes obligaban a arrimarse al barranco, había que apelar al expediente de buscar la seguridad personal como se pudiera. En climas lluviosos y en terrenos pendientes, por erosión y escorrentía de las aguas se formaban depresiones pro- Valencia-Güigue. Apertura del camino según Arturo Michelena. 23