Emigración a Oriente en 1814 según Tito Salas.
blicada en Caracas el año 1961, con
motivo del centenario del Colegio de
Ingenieros de Venezuela.
Durante la Colonia, en Venezuela,
sólo tuvimos caminos de tierra, si acaso de piedra. De estos últimos, el más
importante lo inició el gobernador
Alonso Suárez del Castillo en 1603,
camino para unir a Caracas con La
Guaira. Para bajar al puerto se disponía de un antiguo camino real sostenido por el impuesto generado por el
pase de las botijas de vino. Salía por
el norte, trepaba el cerro del Ávila para después bajar hasta llegar al mar.
Vino luego el camino nuevo que arrancaba hacia el oeste de Caracas para
sortear algunas dificultades, pero la
precariedad de las obras y la falta de
mantenimiento arruina todo con gran
rapidez.
Prioridad
En 1796 resuelve el Real Consulado convertir en camino la pica que
permite salir de Caracas por el este. El
19 de abril de 1810 está en discusión el
tema del camino a La Guaira. Se trata
de la única carretera en todo el país,
apunta años más adelante en sus memorias John Williamson, primer enviado de los Estados Unidos a Venezuela.
Codazzi, y más tarde Alfredo
Jahn, Adolfo Ernst, Augusto Permachán, Gabor Napeghi y Alberto Lutowsky -este último construyó gran
parte de la carretera Caracas-Araguatuvieron un desempeño lucido en la
construcción de obras públicas.
En 1801, el sabio Alexander von
Humboldt anotó que cuando dos mulas se encontraban, el mulero hacía
acostar a una de ellas atravesada, maneándola y tapándola, mientras la otra
saltaba por encima, debido a la costumbre de pisar siempre en los mismos
sitios, factor de deterioro de los senderos. Por cierto que en 1800, Humboldt no ve un solo carromato, como sí
era frecuente en la pampa argentina
al lado de los arrieros de rebaños. Todos los transportes se hacen a lomo de
mula o por agua.
En tiempos de la guerra de independencia, a lo rústico de las picas
-como de cualquier cosa, pues nada
estaba a salvo de los estragos propios
de tiempos revoltosos y situaciones inmisericordes-, para quienes deben
trasladarse como en 1814 hicieron los
caraqueños que huyen hacia Oriente
forzados por la barbarie de José Tomás
Boves, los muertos en el camino dramatizaban las circunstancias para los
viandantes desprovistos de casi todo.
En La palabra ignorada [Fundación Polar, Caracas, 2007], la historiadora Inés Quintero deja escrito en
referencia a las peripecias de Dominga
Ortiz de Páez: «En muchas ocasiones
las marchas debían hacerse de madrugada, antes de salir el sol y no se detenían hasta la noche; en el camino
recogían la leña y el agua para cocinar
los alimentos, si los había. Por lo general se hacía una sola comida, en la
noche. Durante la jornada era corriente toparse con cadáveres descompuestos a la orilla de los esteros ».
Un viajero inglés escribió en 1824
que cuando dos arreos se encontraban
frente a frente o los derrumbes obligaban a arrimarse al barranco, había
que apelar al expediente de buscar la
seguridad personal como se pudiera.
En climas lluviosos y en terrenos pendientes, por erosión y escorrentía de
las aguas se formaban depresiones pro-
Valencia-Güigue. Apertura del
camino según Arturo Michelena.
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