neral. José Rafael Pocaterra apuntó:
«Desde el año 1908, los caraqueños se
acostumbraron a estar esperando al
general Gómez y a verlo aparecer cuando menos lo esperan».
Refiere Ramón J. Velásquez que
poco tiempo antes de que en Venezuela la política dejara de ser un misterio,
pues faltaba poco para el fallecimiento de Gómez y comenzaran a cambiar
las cosas con el general López Contreras a cargo de la Presidencia de la República, recién llegado a Caracas, él se
encontraba con un amigo en la esquina de Llaguno, cuando éste le dijo: «No
se mueva, quítese el sombrero, mire y
salude». No sabía por qué pero casi sin
tiempo para preguntar qué sucedía,
por la bocacalle aparecieron los faetones Lincoln y Packard que partieron
de Miraflores trasladando al general
Gómez hacia El Paraíso, donde -comentaron al joven Velásquez- «va a oir
música y saludar gente». En el fondo
de uno de los vistosos carros iba arrellanado el aún todopoderoso anciano
ya decadente, vestido de militar.
Exhibición de vehículos
marca Packard
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