Automóviles y Caminos 2009 | Page 18

Claxon en la bocacalle Renault 1914 en la vía hacia Ocumare de la Costa. Ambulancia modelo 1914 utilizada en Caracas durante la Peste Española en 1918. 18 Guillermo José Schael comenta en su libro Caracas la ciudad que no vuelve, que muy contados eran los automotores que circulaban por las calles de Caracas en la década del veinte al treinta. Esporádicamente uno que otro cruzaba las bocacalles haciendo sonar sus claxones. Los ministros y altos funcionarios del régimen tenían poderosos Lincoln de ocho cilindros con chofer a la puerta de sus despachos. Generalmente circulaban sin placa de identificación y estaban exentos del pago de impuestos, arbitrario privilegio criticado en voz baja por la oposición. Eran los carros del famoso leoncito. El mismo presidente Gómez poseía casi una colección de tan afamada marca. Entre otros, el blindado obsequio del presidente Hebert Hoover en 1926, hermosura resguardada en el garaje de Miraflores años después de la muerte del dictador. Por verdadera casualidad se salvó de los saqueos de diciembre de 1935, pero lo dejado por la turba se lo llevaron por piezas los dueños de chiveras. El periodista de El Universal, Cronista de Caracas entre 1983 y 1989, hizo notar: «Rara vez en la ciudad de aquel tiempo se producían colas y aglomeraciones como las que estamos acostumbrados a ver ahora, salvo en ocasión de excepcionales ceremonias oficiales, en los entierros, bautizos o matrimonios. La presencia -por ejemplo- de tres o cuatro automóviles en una calle indicaba que habría cerca alguna recepción, un enfermo grave o el caso de celebrarse un conciliábulo de algunos de los jerarcas del régimen». Asimismo solía verse desfilar diez o doce vehículos por El Paraíso de tarde cuando el general Gómez venía a pasar breves días en Caracas procedente de su residencia habitual en Maracay. Entonces salía a la calle un camión cisterna de los acueductos y procedía a humedecer el piso para que el polvo no produjese irritación al Ge-