Bianca Ferrari
Mi mamá y mi papá estuvieron nueve años, haciendo tratamientos para que yo
naciera. Cuando mi mama quedo embarazada no lo podía creer, tenía que escuchar mi
corazón para creer que estaba embarazada. Nací el veintitrés de Noviembre de dos mil seis
una noche de primavera con mucha, mucha, mucha lluvia en Jesús María. Ahí nomás me
prendí de la teta de mi mama. Era una bebe tranquila y siempre con una sonrisa en la carita.
Los primeros meses ya iba al campo de mi abuela y estaba en contacto con los
animales y la naturaleza.
A los cinco meses me salió mi primer dientito, mis papas ni se dieron cuenta porque
no lloraba ni tampoco estaba irritable.
Cuando cumplí un año hicimos una fiesta muy grande en el campo con muchos
invitados, grandes y chicos y mi padrino me regaló una torta enorme.
Mi madrina es la tía Sofía y mi padrino es el tío Tete. Me bautizaron cuando tenía un
año y medio porque mi tía vivía en Panamá y la teníamos que esperar hasta que viniera.
A los dos años empecé a ir a una guardería se llamaba Tatitos, cuando mi tío Iván el
hermano de mi mama, me venía a buscar de la guardería, caminábamos hasta una montaña
de pasto y yo decía que era la montaña más grande del mundo.
Mi tía me conto que yo usaba una mochila que ella dice que es un pollito y yo digo
que es un pato y la misma mochila la uso mi hermana Mora y ahora mi primo Máximo.
Cuando tenía tres años nació la luz de la familia y la rompe siestas… mi hermana.
A los tres años me regalaron una pony que esperábamos que fuera mi más fiel
compañera pero ella se encargó en tirar a todo el que la quisiera montar, hasta el día de hoy
vive en el campo libre.
Yo tengo muchos más caballos en los que me encanta andar y con Cesar recorremos
lugares nuevos, (César es el cuidador del campo de mi abuela).
También me gusta mucho bailar, bailo desde los dos años, empecé a hacerlo en
pañales. Me encanta bailar todas las danzas y cuando estoy en el escenario siento que puedo
ser yo misma.
A los tres años pasé un hermoso momento conocí el mar y también las olas que me
revolcaron tragándome toda la arena de la playa… ¡qué gusto!
Cuando tenía cuatro años en un viaje corriendo me caí y me abrí la pera de noche y
con mucha lluvia y tormenta. Mis papas desesperados tuvieron que andar para encontrar
quien me cosiera. Desde entonces tengo mi primera cicatriz… según mi mama es una
marquita hermosa.