ante la mirada firme de su progenitor.
Al pasar los días supo con certeza que
todo estaba perdido, y pensaba en silencio:” Todo habría sido fácil sino me
hubiera enamorado”; ahora solo le
quedaba perder su calidad de doncella
y su padre tenía que aceptar la unión
para no enfrentarse a la deshonra.
Para ello escogieron un día en el que el
padre, pretextando negocios de diverso índole, se ausentó de la casa familiar,
y en su casa, en la cama, donde 16 años
atrás había nacido la joven, se unieron
de la forma dulce como solo lo hacen
los verdaderamente enamorados. En
medio de su pasión no pudieron percibir como se abría lentamente el armario, ni vieron la súbita aparición que
un joven que con grito estentóreo y
una pistola en mano los señaló.
-¡TÚ!- gritó el aparecido con una voz
que resonó hasta el otro lado del río San
Francisco.
-¡Hermano!- gritó a su voz la noble
Ovando.
33
Todo lo demás sucedió en un abrir y cerrar de ojos. Al instante se oyó un disparo hiriendo de muerte a la doncella
que trato de proteger a su amado. Este
último trato de tomar la espada, pero
no fue lo suficientemente rápido pare
evitar que el joven Ovando le cortara
el cuello con una daga de cinto que llevaba siempre consigo. La última expresión de la doncella delató el horror de