A fondo
Por ejemplo, la Banca( o gran parte de ella) ha tenido una responsabilidad de gran importancia en la crisis económica, y además en las dos grandes etapas de la misma. En la primera fase, la Banca financió gran parte de la burbuja inmobiliaria, y creó los derivados especulativos que, al carecer de respaldo suficiente, provocaron una crisis de impago y desconfianza. Para financiar esos dos procesos especulativos, gran parte de la Banca acudió al crédito en los mercados internacionales, y luego no ha sido capaz de reembolsar la deuda debidamente. Eso ha contribuido de manera decisiva a generar la segunda etapa de crisis: la derivada de la deuda.
Pues bien, la gran mayoría de los responsables de esa catástrofe, siguen en los mismos puestos o parecidos; los bancos en cuestión se han venido beneficiando del diferencial entre los intereses que perciben por sus operaciones corrientes, y los muy pequeños que han de abonar al Banco Central Europeo. También se han beneficiado de créditos cómodos por parte del Banco de España y de los presupuestos del Estado. En cambio, la crisis provocada por esas entidades y sus dirigentes, está cayendo en las espaldas de los trabajadores.
Al debilitar la acción pública en todos los frentes, se ha comprobado la importancia del Estado para el desarrollo económico, pues se está provocando un verdadero subdesarrollo. Eso ha provocado un desplome en la recaudación fiscal de varios impuestos clave, aplazando el logro del objetivo principal. En suma, esa forma de reducir el gasto público en forma tan tosca e injusta, está mejorando el problema de la deuda, pero provoca otras carencias más graves.
LA ALTERNATIVA. IMPORTANCIA DE LA FISCALIDAD
¿ Existe alguna alternativa frente a esa manera de abordar la reducción de la deuda y el déficit público? Sí, y con toda claridad. Existe la posibilidad de proseguir el desarrollo económico, frenar el desempleo y con ello la exclusión, y revertir la desigualdad. El instrumento principal es el mismo que utiliza la Derecha: el fiscal, pero de una manera muy distinta. Lo más justo, y también lo más eficaz, parece residir en intensificar la progresividad en los tramos superiores del Impuesto sobre la Renta, en el superior del IVA, en Patrimonio no productivo y en Sucesiones( y especialmente en el patrimonio no productivo). También convendría crear un impuesto especial para gravar el impacto ambiental de actividades superfluas.
Hay una imposición que es necesario elevar a corto plazo, pero sobre todo a medio, y con una gran voluntad y esfuerzo: se trata de la que grava el capital y las transacciones financieras. Esa elevación debe considerarse como uno de los objetivos más importantes