por triángulos y cuadrados, de repente ella me observa y decide bajar hacia mí, me da la bienvenida a este artístico lugar llamado “El paraíso interminable”, quede muy impresionado, así que no dije nada fue como si en ese preciso momento me hubieran comido la lengua, luego me dijo que lo siguiera y yo por curiosidad lo seguía, me armé de valor, me quité ese nudo de la garganta que sentía al ver este hermoso lugar y un poco extraño, pero me atreví a preguntarle qué es este lugar, y quién es su creador, de pronto me responde que este es un lugar de mi cerebro en donde almaceno mi creatividad y que el creador era yo y mi ayudante. Lo último que me dijo el águila no lo entendí, ¿quién era mi ayudante?, mientras la seguía se podía observar desde lejos una mesa con unos planos y lápices, esa persona estaba de espaldas y de pronto se voltea y me quedé sumamente sorprendido, resultó ser Leonardo Da Vinci, cuando menos lo esperaba él me saluda, estaba muy sorprendido, así que mí reacción fue saludarlo también. Después de estarlo observándolo como por dos minutos me atreví a preguntarle que si me podría enseñar a hacer arte, después me observó, con una pequeña risa , me dijo que el arte no se enseña ni se aprende, ¡se vive, se respira, se siente y se imagina!, me dijo que él no podría enseñarme acerca de mis sentimientos, porque son mis sentimientos, tampoco me podría enseñar acerca de mis pensamientos y la inspiración, eso toma tiempo, lo que si me dijo y me enseñó fue que debo, no necesariamente,