Argumentos Socialistas Nº 3 Noviembre - Diciembre 2013 | Page 22
El programa de reformas no es sino un meticuloso plan de tijeretazos cuyo último destino
no es mejorar la calidad de la enseñanza sino la prosaica entrega de la educación al
sector privado. Así pues, una vez acabado el pastel del ladrillo todos los niveles
educativos se reducen a un nuevo almacén para el negocio. La educación, y en mayor
grado la sanidad, son nuevos nichos para el negocio.
Con la LOMCE se coloca a la competitividad como el eje del sistema y, además de
favorecer descaradamente a la enseñanza privada en detrimento de la pública, introduce
el precepto de la "privatización endógena": que los centros públicos funcionen como
empresas. Consecuencias: acabar con la participación democrática en los centros,
elección y selección de la dirección de los centros por la Administración incluso en contra
de los claustros de profesores, vincular la calidad
Con la LOMCE se coloca a
a los baremos empresariales, clasificar a los
la competitividad como el
centros según criterios de marketing sin atender a
los contextos sociales en que se ubican, cambiar
eje del sistema, y se
el estatus de padres y alumnos a clientesprioriza la enseñanza
consumidores, etc. Si a ello le sumamos el
privada sobre la pública
fortalecimiento de la Iglesia católica en las aulas,
la irrupción de la ideología españolista en determinados currículos y la manifiesta
pretensión de segregar al alumnado desde muy temprana edad, entonces estamos ante
un alarmante retroceso social.
La educación es un derecho, no un negocio. Y un derecho esencial, prioritario y, por tanto,
el Estado no puede ni debe renunciar a sus competencias, ni entregar la gestión de las
mismas a los intereses del poder económico. El Estado no puede someterse ni al credo
del negocio, ni al fundamentalismo de la fe ni ser un agente de adoctrinamiento político.
Defender el papel prioritario del Estado en la educación significa que ésta debe regirse
desde los parámetros de la ciencia, del saber racional y de la laicidad. Es tiempo de que
los progresistas, al menos en estos puntos, lleguen a un amplio acuerdo para frenar esta
vuelta a un pasado desastroso.
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