Antonio Skármeta
-Después, puede volver a casa -dijo el hombre de bigotes, mostrándole
el cigarrillo a alguien que asomaba la cabeza por la ventana de uno de
los dos autos sin patente, que aguardaban en la calle con el motor en
marcha.
-Se trata de una diligencia de rutina -agregó el joven del impermeable.
-Contesta un par de preguntas y después vuelve a casa -dijo el hombre de bigotes, alejándose hacia el hombre del auto que ahora mostraba
un encendedor dorado en la ventanilla. El hombre de los bigotes se
agachó, y entonces el diputado Labbé con un preciso golpe produjo una
fuerte llama del mechero. Mario vio que el hombre de los bigotes se levantaba avivando la brasa del cigarrillo con una honda aspiración, y que
le hacía un gesto al joven del impermeable, para que avanzaran hasta el
otro auto. El joven del impermeable no tocó a Mario. Sólo se limitó a indicarle la dirección del Fiat negro. El auto del diputado Labbé se fue lentamente, y Mario avanzó con su acompañante hasta el otro vehículo. En el
volante había un hombre con lentes oscuros oyendo noticias. Al entrar
en el coche, alcanzó a oír cuando el locutor anunciaba que las tropas
habían ocupado la editorial Quimantú, y habían procedido a secuestrar
la edición de varias revistas subversivas, tales como Nosotros los
chilenos, Paloma y La Quinta Rueda.