Mario Jiménez se atuvo rigurosamente a las bases del concurso. En
sobre aparte del poema, consignó un tanto avergonzado su escueta
biografía y sólo con el ánimo de decorarla puso al final: «recitales varios».
Se hizo escribir a máquina el sobre por el telegrafista, y concluyó la ceremonia derritiendo lacre sobre el envío y punzando la roja melaza con un
sello oficial de Correos de Chile.
-Por pinta no te gana nadie -dijo don Cosme, mientras pesaba la carta
y, en calidad de mecenas, se hurtaba a sí mismo un par de estampillas.
La ansiedad lo puso nervioso, pero al menos entretuvo la pesadumbre
que le causaba no ver al vate cada vez que traía la correspondencia. Dos
veces pudo asistir muy temprano a jirones de diálogos entre doña
Matilde y el médico, sin que alcanzara a informarse sobre la salud del
poeta. En una tercera ocasión, tras dejar el correo se quedó merodeando
el portón, y cuando el doctor se dirigía hacia su auto, le preguntó
sudoroso e impulsivo por el estado del vate. La respuesta lo sumió
primero en la perplejidad y, media hora más tarde, en el diccionario:
-Estacionario.
El día 18 de septiembre de 1973, La Quinta Rueda publicaría con motivo del aniversario de la independencia de Chile una edición especial, en
cuyas páginas centrales y en robustas letras de titulares se incluiría el
poema premiado. Una semana antes de la tensa fecha, Mario Jiménez
soñó que Retrato a lápiz de Pablo Neftalí Jiménez