ARDIENTE PACIENCIA - ANTONIO SKARMETA | Page 36

Antonio Skármeta elegido presidente de la república. Entonces llegó la buena noticia. -El poeta extendió su brazo señalando los carteles sobre el camión-. Allende surgió como candidato único de todas las fuerzas de la Unidad Popular. Previa aceptación de mi partido, presenté rápidamente la renuncia a mi candidatura. Ante una inmensa y alegre multitud, hablé yo para renunciar y Allende para postularse. Su auditorio aplaudió con una fuerza superior al número allí congregado, y cuando Neruda descendió de la pisadera, ávido de reencontrarse con su escritorio, caracoles, versos interrumpidos y mascarones de proa, Mario lo abordó con dos palabras que sonaron como una súplica. -Don Pablo... El poeta hizo un sutil movimiento, digno de torero, y evadió al muchacho. -Mañana -le dijo-, mañana. Esa noche el cartero entretuvo su insomnio contando estrellas, mascándose las uñas, apurando un áspero vino tinto y rascándose las mejillas. Cuando al día siguiente el telegrafista presenció el espectáculo de sus restos mortales, antes de entregarle la correspondencia del vate, apiadose, y le confidenció el único alivio realista que pudo pergueñar: -Beatriz es ahora una belleza. Pero dentro de cincuenta años será una vieja. Consuélate con ese pensamiento. Enseguida le extendió el paquete con el correo, y al soltar el elástico que lo ataba, una carta llamó de tal manera la atención del muchacho, que otra vez abandonó el resto sobre el mesón. Encontró al poeta ambientándose con un opíparo desayuno en la terraza, mientras las gaviotas revoloteaban aturdidas por el reflejo del sol tajante sobré el mar. -Don Pablo -sentenció con voz trascendente- le traigo una carta. El poeta saboreó un sorbo de su penetrante café y levantó los hombros. -Siendo tú cartero, no me extraña. -Como amigo, vecino y compañero, le pido que me la abra y me la lea. -¿Qué te lea una carta mía? -Sí, porque es de la madre de Beatriz. Se la extendió sobre la mesa, filuda como una daga. -¿La madre de Beatriz me escribe a mí? Aquí hay gato encerrado. Y a propósito, recuerdo mi Oda al gato. Aún pienso que hay tres imágenes rescatables. El gato como mínimo tigre de salón, como la policía secreta de las habitaciones, y como el sultán de las tejas eróticas. -Poeta, hoy no estoy para metáforas. La ca