ARDIENTE PACIENCIA - ANTONIO SKARMETA | Page 32

Antonio Skármeta -¿Y él? -El me miró también. Y después dejó de mirarme a los ojos y se estuvo un largo rato mirándome el pelo, sin decir nada, como si estuviera pensando. Y entonces me dijo: «me falta tiempo para celebrar tus cabellos, uno por uno debo contarlos y alabarlos». La madre se puso de pie y cruzó delante de su pecho las palmas de las manos, horizontales como los filos de una guillotina. -Mijita, no me cuente más. Estamos frente a un caso muy peligroso. Todos los hombres que primero tocan con la palabra, después llegan más lejos con las manos. -¡Qué van a tener de malo las palabras! -dijo Beatriz abrazándose a la almohada. -No hay peor droga que el bla-bla. Hace sentir a una mesonera de pueblo como una princesa veneciana. Y después, cuando viene el momento de la verdad, la vuelta a la realidad, te das cuenta de que las palabras son un cheque sin fondo. ¡Prefiero mil veces que un borracho te toque el culo en el bar, a que te digan que una sonrisa tuya vuela más alto que una mariposa! -¡Se extiende como una mariposa! -saltó Beatriz. -¡Que vuele o que se extienda da lo mismo! ¿Y sabes por qué? Porque detrás de las palabras no hay nada. Son luces de bengala que se deshacen en el aire. -Las palabras que me dijo Mario no se han deshecho en el aire. Las sé de memoria y me gusta pensar en ellas cuando trabajo. -Ya me di cuenta. Mañana haces tu maleta y te vas unos días donde tu tía en Santiago. -No quiero. -Tu opinión no me importa. Esto se puso grave. -¡Qué tiene de grave que un cabro te hable! ¡A todas las chiquillas les pasa! La madre hizo un nudo en su chal. -Primero, que se nota a la legua que las cosas que te dice se las ha copiado a Neruda. Beatriz dobló el cuello y miró la pared como si se tratara del horizonte. -¡No, mamá! Me miraba y le salían palabras como pájaros de la boca. -Como «pájaros de la boca». ¡Esa misma noche haces tu maleta y partes a Santiago! ¿Sabes cómo se llama cuando uno dice cosas de otro y lo oculta? ¡Plagio! Y tu Mario puede ir a dar a la cárcel por andarte diciendo... ¡metáforas! Yo misma voy a telefonear al poeta, y le voy a decir que el cartero le anda robando los versos. -¡Cómo se le ocurre, `ñora, que don Pablo va a andar preocupándose de eso! Es candidato a la presidencia de la república, a lo mejor le dan el Premio Nobel, y usted le va a ir a conventillear por un par de metáforas. 32