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ARCHIVÍSTICA: OBJETO DE ESTUDIO Y SUSTENTO TEÓRICO
De acuerdo con el diccionario de terminología archivística del
Consejo Internacional de Archivos, la archivística es “el estudio
teórico y práctico de los principios, procedimientos y
problemas concernientes a las funciones de los archivos”. Algunos
autores, por su parte, le otorgan la categoría de ciencia; otros la declaran
como una disciplina y otros más como una ciencia en pleno
desarrollo. Pero no basta con afirmar de manera más o menos contundente
si es ciencia o no para que un área del conocimiento adquiera
tal categoría, es preciso conocer los argumentos de cada una
de las posturas para discernir el estatuto que le corresponde.
Empecemos por hacer un breve recorrido por la historia de los archivos
y de la archivística. Como es sabido, el nacimiento de los archi-
vos está ligado a la historia del hombre, incluso Elio Lodolini lo ubica
antes de la aparición de la escritura.1 Desde el surgimiento de la práctica
archivística y hasta la Baja Edad Media, la palabra archivo aludía
únicamente “al lugar en el que se conservan los documentos”. Este
periodo está caracterizado por la carencia de un cuerpo teórico archivístico,
los archivos se organizaban sólo por una necesidad práctica
y funcional de la administración, eran considerados como
entidades individuales, tal es el caso del archeion griego y del tabularium
romano, los cuales tenían encargados especiales de la custodia,
como los censores y prefectos, que se regían por estrictas normas jurídicas.
Los documentos de archivo tenían como objeto testimoniar los
negocios administrativos y jurídicos, por lo tanto, también conferían
fe pública.2
Desde fines de la Edad Media y hasta la Ilustración pervivió la concepción
del archivo como el lugar donde se guardan los documentos.
De igual forma, los archivos mantuvieron su carácter
administrativo y jurídico. En otras palabras, la archivística fue una
técnica al servicio de la administración; sólo que a partir del siglo XVII
se empezaron a publicar los procedimientos para recoger, describir y
poner a disposición de las entidades productoras los documentos,
por medio de ordenanzas, cartillas y métodos prácticos.3
A fines del siglo XVIII, aparecieron dos métodos diferentes para la
organización de los archivos: Pierre Camille Lemoine recomendó, en
1765, una clasificación alfabética por materias y otra por tipos documentales.
Más de una década después, en 1778, J. G. Chevriéres propuso
la ordenación cronológica de los documentos. Las dos obras
tuvieron una intensa influencia en todos los archivos europeos
Dra. en Historia Silvana Elisa Cruz Dominguez