Aportes para Pensar la Salud de Personas Trans.pdf | Page 6
Cuando hablamos del derecho a ser me refiero al derecho a la identidad para el acceso a
todos los derechos. Cuando hablamos de derechos nos referimos a derechos humanos y me pregunto por qué la Convención Interamericana de Niños, Niñas y Adolescentes no estuvo protegiéndome cuando tuve que salir de la escuela entre la preadolescencia y la adolescencia porque no
entraba en ese casillero binario de hombre-mujer, macho-hembra, pene-vagina. Evidentemente
esa imposición nos ha dejado por fuera a todas las personas trans. Hay algo que quiero transmitir
a los diputados y diputadas: la aprobación de una ley que garantice de modo administrativo la
identidad de género, el acceso a la salud integral, sintetizando la salud como un derecho humano. Esto es algo que nunca hemos podido alcanzar porque hemos conformado nuestra identidad
de manera casera y hasta paupérrima. Una mesa como ésta es como un quirófano para nosotras,
cuando nos ponemos aceites para uso industrial con agujas de veterinaria para que el espejo
nos devuelva lo que queremos sentir por dentro, o cuando los compañeros trans están llenos de
llagas para poder esconder las glándulas mamarias porque el sistema no lo permitía. Queremos
que también se garantice la derogación de la prohibición de cambio de genitales en la Argentina,
que fue sancionada en el gobierno de Onganía. La decisión del cambio de genitales no la da un
tercero; eso lo decidimos cada uno y cada una de nosotras por nuestra construcción de identidad,
que nos conlleva a la transexualidad en el caso de las personas transexuales. También deseo comentar lo siguiente. La sociedad nos dice: “No estén paradas en las esquinas; estudien y trabajen”.
Pero los profesores viven atacándonos, obligándonos a que nos eduquemos y nos corrijamos y la
verdad es que es muy difícil sostener esta currícula educativa que sólo plantea el binarismo y la
“familia tipo” cuando hay “tipos de familia”.
Quiero decirles que hoy llegó el día en el que siento que no me voy a morir y pasar por
esta vida como un fantasma, porque el día que me vaya voy a poder tener mi nombre y mi
apellido en el responso… porque es muy triste acompañar el responso de una compañera, de
una hermana de lucha, y ver que su nombre no está. Lamentablemente muchas de nuestras
compañeras hoy no están. Hubo masacres y torturas pero sobre todo hubo falta de identidad,
que significó en nosotras la impunidad sobre nuestros cuerpos. Ser trans, no tener identidad,
significa que cualquiera puede vulnerar tus derechos, que no existe derecho humano a la Justicia, porque cualquier ciudadano y ciudadana en este país se presume inocente hasta que
se demuestre lo contrario pero cualquier hombre o mujer trans es culpable hasta que pueda
demostrar que es inocente. Evidentemente, es otro derecho humano que no hemos podido
alcanzar. Tampoco hemos alcanzado el derecho humano al trabajo, o sea, a elegir en qué
queremos trabajar, y no el condicionamiento de estar paradas en una esquina. En todo caso,
si esa es la decisión, que sea con derechos y no con condiciones como las que hoy tenemos
para el ejercicio del trabajo sexual o la situación de prostitución, que va casi de la mano de
la trata y la explotación sexual.
También quiero decirles que portar un documento con nuestra identidad no es algo de
uso cosmético, sino que refleja realmente quién soy. Mis padres con mucho amor me dieron
la identidad que porto, pero me avergüenza cuando me la gritan en los hospitales a viva voz,
ya que ni siquiera tengo el apellido primero y el nombre después, sino que tengo primero el
nombre y después el apellido, a diferencia del resto de las personas que están en la sala de
espera. Quiero decirles que nuestra población tiene una expectativa de vida de 35 años de
edad y que es compromiso del Estado revertir esa situación. No es posible que las trans en
Argentina tengamos que morir tan jóvenes por no acceder a la salud ni a la educación y por
no tener la posibilidad de calificar para un trabajo con los desafíos que hoy tiene el campo laboral. Realmente nos fue muy difícil afrontar la discriminación. Cuando los niños afrodescendientes fueron discriminados y llegaron a sus casas, sus padres les dieron contención porque
ellos también lo habían sufrido en carne propia. De la misma manera, cuando los niños de la
comunidad judía fueron discriminados y llegaron a sus casas, también fueron contenidos por
sus padres porque ellos sabían por experiencia lo que era la discriminación. En cambio, cuando nosotras llegamos a nuestros hogares y planteamos nuestra identidad –evidentemente la
gran mayoría de nosotras provenimos de hogares heterosexuales-, no encontramos ninguna
contención –la tuvimos que encontrar en una compañera mayor- ya que la gran mayoría fuimos expulsadas de nuestras casas a temprana edad.
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