Aportes para Pensar la Salud de Personas Trans.pdf | Page 16
tendría un “cerebro femenino” y viceversa. Así, para Benjamin y sus seguidorxs, lxs afectadxs por
este supuesto síndrome necesitan completar un tratamiento de hormonación y una cirugía de
“cambio de sexo”, dirigiéndose la tendencia en la actualidad a realizar diagnósticos cada vez más
precoces, especialmente en la adolescencia, a pesar de que esta teoría no ha podido ser probada
científicamente y de que han sido impugnadas sus bases ideológicas. A pesar de esto, se siguen
utilizando y reafirmando estos diagnósticos y protocolos en muchos países del mundo que utilizan herramientas tan criticables como el Test de la Vida Real para sostener la “disforia de género”
de las personas trans.
El psicólogo y médico neocelandés John Money emigró a Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial y se especializó en sexología. Muy cercano a Benjamin, se apartó de él ya que
diferenciaba entre género, como construcción social, y sexo biológico, introduciendo en 1955 la
noción de “rol de género” y posteriormente la de “identidad de género”. En oposición al determinismo biológico, trasladó el concepto de género, de las ciencias del lenguaje hacia las de la salud, haciendo hincapié en que el comportamiento de varones y mujeres está regido por la educación. Lxs
padres, madres, familiares y allegadxs son propuestos como modelos culturalmente diferenciados
en términos binarios entre “varones” o “mujeres” y es a partir de su observación que lxs niñxs desarrollan su autoidentificación que, además, desde esta conceptualización también está influida por
factores biológicos o genéticos. Rápidamente lxs niñxs aprenden a asociar estereotipadamente
actividades, vestimentas, juguetes, objetos, colores, etc., con los distintos roles de género. En 1966
Money fundó la Clínica de Identidad de Género (Gender Identity Clinic) en la Universidad Johns
Hopkins (Johns Hopkins University), la primera en su tipo y una de las perfeccionadoras de las técnicas para las cirugías de “reasignación de sexo”, y creó el programa pionero: “psico-hormonal para
el tratamiento de los ofensores sexuales y otras parafilias”. Como Money afirmaba que el género
se aprendía a una edad muy temprana, consideraba que las intervenciones de “reasignación de
sexo” debían realizarse lo más pronto posible, alentando especialmente las operaciones en personas recién nacidas consideradas intersexuales –antiguamente y en clave teratológica llamadxs
“hermafroditas”- para asignarles la identidad que se evaluara más pertinente y eliminar los rasgos
genitales que son atribuidos al “sexo opuesto”. Estas operaciones se realizan sin el consentimiento de lxs pacientes. Las terribles secuelas físicas y mentales que acarrearon estas cirugías fueron
narradas por lxs propixs afectadxs al crecer, constituyéndose en la década de 1990 la Sociedad
Intersexual de Norte América (Intersex Society of North America), unx colectivx en defensa de los
derechos intersexuales que pugna por frenar las intervenciones de “reasignación de sexo” hasta el
momento en que sea posible el consentimiento informado, evitando forzar su identidad de género en cualquier sentido. Uno de los casos por los que Money fue más cuestionado a nivel público
mundial fue el de lxs hermanxs Reimer, que terminó en el suicidio de ambxs5.
En 1968 el psiquiatra y psicoanalista norteamericano Robert Stoller retomó y profundizó la
idea de identidad de género al señalar que esta noción designa la percepción psicológica interna
de los roles de género de Money que se definen como la experiencia y expectativa social que se
tiene sobre el género de las personas. Perfiló y diferenció, así, la identidad de género, tensionándola hacia lo psicológico, y el rol de género, hacia lo social.
Estos cuestionamientos fueron recuperados en la década de 1970 por las ciencias sociales. En
1972, Ann Oakley introdujo la noción de género en su trabajo Sex, gender and society (Sexo, género y sociedad), relacionando este concepto con las expectativas sociales y culturales, y usó “sexo”
en relación con las determinaciones biológicas. Estas conceptualizaciones fueron apropiadas por
la perspectiva feminista como instrumento válido para mostrar que la subordinación de la mujer
en la cultura no responde a causas biológicas y/o naturales sino a una construcción cultural y,
principalmente, política y social. En esta línea, la antropóloga y activista norteamericana Gayle
Rubin definió en 1975 el sistema sexo-género para referir a las disposiciones por las que cada sociedad transforma y decodifica la sexualidad biológica en productos de la actividad humana. Así
A los ocho meses de edad, a Bruce Reimer le destruyeron accidentalmente el pene por una circuncisión mal practicada. El psicólogo John Money sugirió a sus progrenitorxs que la solución sería construir quirúgicamente una vagina y empezar la educación de Bruce como una niña, Brenda. Money sostenía que de esta forma desarrollaría una
“sexualidad plena” (asumiendo una heterosexualidad obligatoria) ya que no podría hacerlo como un “varón”, argumentándose la falta de un pene como condición para ello. Para más información ver: http://nosolofreud.wordpress.
com/2009/07/19/el-caso-de-david-reimer/. (consultado el 07/05/2014)
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