“Seguir incorporando...
sobre todo caballos de carrera
que después de 200 años de
selección es una raza superior
en aptitud para correr, por lo
menos. Lo que hay que
agregarle es la sensibilidad”
MG: ¿Y vos pensás que va a llegar un día en que
la AAP exija que los que jueguen ciertas copas
tengan que ser inscriptos, o eso no importa?
APH: Yo soy enemigo de limitar todo, de prohibir,
el pueblo Argentino fue grande porque fue libre; la
cría de caballos que llegamos a tener, la mejor cría
de caballos del mundo, fue libre. La Asociación no
se hizo para limitar, al contrario, se hizo para con-
tribuir a los criadores.
MG: Hablando un poco de la libertad, fuera del
tema de la cría, ¿vos tenés una teoría que el pueblo
Israelí había sufrido mucho en la Historia, por qué?
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APH: En la Biblia no hay caballos. El pueblo he-
breo fue siempre un pueblo sometido, pero no
tenía caballos. Solo el Rey Salomón tuvo un ejér-
cito de catorce mil caballos, pero capaz que no
era puro, hijo del Rey David y Betsabé, la mujer
de Urías que era turco, y los catorce mil caballos
del ejército, figura en la Biblia, eran comprados en
Silicia e Hitita, que es Turquía.
Fue el Rey más poderoso de Israel, fueron some-
tidos por los romanos y estos estaban llenos de
caballos. El Evangelio nuestro, no nombra nunca
la palabra caballos, dice San Lucas “montó al heri-
do sobre su montura”, en el Buen Samaritano, que
aparte era samaritano, no era hebreo. Es como
que en el Evangelio se han cuidado de nombrar
caballos. Por ahí en la Biblia, alguna visión o algún
sueño, los profetas hablaban de caballos, pero
siempre en manos del enemigo. Puede parecer
que soy racista, nada que ver, tengo admiración
por la cultura hebrea.
BB: Alberto, si tuvieras que mencionar tu mejor
yegua, ¿fue La Purita?
APH: No, lamentablemente la mejor fue la Rosa,
que la vendí al Brasil y la recuperé pero nunca
pude sacarle crías. Con La Rosa y la Purita llegué
a 10 de handicap.