JORGE MAC DONOUGH
Lo recordaremos siempre con admiración y respeto aunque su reconocida y po-
sitiva bondad se anteponga a su indiscutible capacidad como veterinario, criador,
empresario y deportista.
Coincidimos en el día en que yo me recibía de veterinario (04/03/1964) Jorge ingre-
saba a la UBA; con los años nos reencontramos por la misma pasión: los caballos.
En la reproducción, clínica, nutrición, entrenamiento y preparación de caballos de
polo y anteriormente de SPC, ponía trabajo, conocimiento y sobretodo imagina-
ción con métodos científi cos, técnicos, prácticos y algunos bastante “picapiedras”.
Así como aplicación de antisépticos uterinos con garrafas de gas, bajada de te-
cho vaginal, trepanación de senos nasales con taladro de herrería, amputación de
miembros, estudio de vendaje de patas y manos y ser uno de los pioneros en el
transplante embrionario, sexado y clonación.
Después de muchos años de Polo jugamos un partido que fue como una despedi-
da del Polo competitivo. Teníamos mas de 60 años en 2004 y coincidimos ese día
con Jorge, Toti Bordeu, Frankie y Gastón Dorignac, Cacho Merlos, Gonzalo Tanoira
y Billy del Sel (promotor del encuentro). Se jugó con entusiasmo juvenil, sobretodo
Jorge, sin descuidar que era entre amigos.
Como empresario, además de jugador, fue fundamental en la organización y desa-
rrollo del Polo de Brunei, siguiendo los pasos del inolvidable “Gordo” Moore que
tan benefi cioso ha sido para todo el mundo y aún más para Argentina. Fue miembro
incondicional del Consejo Directivo de la AACCP, colaborando en forma ininterrum-
pida los últimos 24 años.
La formación y trascendencia de La Irenita como centro de Genética de avanzada,
lo harán perdurar en el Polo Mundial.
Si bien todo lo ha hecho exitoso lo más importante es haber cumplido con un “pro-
yecto de vida” formando una familia con Mercedes que no sólo dio hijos cam-
peones (Matías y Pablito) sino que siguen sus nietos constituyendo una verdadera
dinastía.
Permítanme despedirlo con parte de una bendición irlandesa de acuerdo a sus
antepasados y principalmente a su temperamento: “Jorge, hasta que nos volvamos
a encontrar, que Dios te sostenga en la palma de su mano”.
Alberto P. Heguy